POR: JULIO FAILOC RIVAS
El silencio puede significar la mayoría de las veces sabiduría, prudencia y hasta discreción, pero en política suele ser peligroso cuando es ocupado por un ruido interesado que pretende aprovechar el dicho “el que calla otorga”. Y si ello está acompañado de torpezas y desaciertos con resonancia en los medios, la desconfianza se acrecienta. Un silencio torpe, por ejemplo, no decir nada con respecto a la muerte del asesino más grande de la historia del Perú: Abimael Guzmán.
Es el caso lamentable del presidente Pedro Castillo quien se ve desbordado por la derecha conservadora –representada por fachifujimorismo en sus tres versiones (FP, RP y Avanza País) — que pide su cabeza y la izquierda radical de Perú Libre de Vladimiro Cerrón, cuya acción y presencia mediática termina anulando al presidente por su silencio e inacción, lo cual termina perjudicando la imagen del gobierno y su investidura presidencial.
A lo señalado se han sumado los recientes exabruptos de la presidenta del Congreso María del Carmen Alva señalando que, si bien en el congreso no tiene en agenda la vacancia del presidente, las calles lo están pidiendo, lo que ha generado una reacción en las filas de Perú Libre presentando una moción de censura, lo que potencia nuevos enfrentamientos innecesarios entre los socios del gobierno y la oposición, afectando más aún la gobernabilidad y la imagen del país.
La derecha radical no entiende ni entenderá, solo les preocupa defender sus intereses y si para ello tiene que levantar a Cerrón en su afán de anular a Castillo, lo seguirá haciendo, claro está, con ayuda de los medios de comunicación concentrados. Demoler el gobierno de Pedro Castillo haciendo creer que Cerrón es quien gobierna es su gran estrategia para lograr que caiga Castillo solo, sin necesidad de recurrir a su vacancia inmediata, porque saben que ningún congresista quiere arriesgar su curul y tampoco cuentan con el apoyo mayoritario de la población.
Por su lado, Cerrón tiene su juego propio centrado en las elecciones del 2022 y no renunciará a que los medios de comunicación dejen de concentrarse en él, negándose con ello a entender que el fracaso de Castillo también afectaría su estrategia electoral. Se alucina el Lenin en su revolución frustrada, haciendo creer a la gente que es él quien gobierna desde su Twitter.
Castillo se encuentra entre dos fuegos, una derecha torpe, inescrupulosa y obtusa que ha perdido la brújula, carente de un proyecto político, y una izquierda radical, cuyo líder quiere sacar el mayor provecho posible del gobierno, y que no tiene el mayor reparo de ser funcional a la derecha, con tal de lograr sus objetivos.
No nos debe causar sorpresa que frente al desprestigio de la derecha y un sector de empresarios mercantilistas – que ha terminado con la división de la CONFIEP– la iniciativa del empresario minero Roque Benavides de formar una organización política que reconoce que el país necesita cambios urgentes y profundos, sino se quiere poner en riesgo, no solo el modelo económico, sino el sistema que lo sostiene. Roque tiene claro que la forma como está arremetiendo la derecha para que fracase el gobierno de Castillo no es la mejor estrategia porque tiene el riesgo de fortalecer los sectores más radicales de izquierda y antisistema.
A Castillo no le queda otra más que adelantarse a la arremetida de la derecha. Los cambios en el Gabinete Bellido y una recomposición en su política de alianza en el Congreso son necesarios y urgentes para la gobernabilidad del país. Zanjar con el Movadef es crucial, ahora que ha muerto el terrorista grande que enlutó miles de familias. Levante la voz presidente que su silencio se torna peligroso.