Cuando uno piensa escribir algo que no solamente le pasa a uno, creo que asume la posición que no se debe mencionar a otras personas, pero en esta historia creo que ellos y estarían felices que los nombre a cada uno de ellos, pero no lo haré, porque son parte de mi vida. Si escribo esto, es para que sepan que si pueden darse otra oportunidad. Ojalá les agrade.
Ilo, en la década pasada, era un lugar apacible donde no había muchos lugares para la diversión, había más lugares bohemios para los pescadores nacionales y extranjeros, era el tiempo de “las gatitas”. En la playa más cercana existían lugares como el “Korenkenke”, que año a año cambiaba de nombre comercial y de propietarios, “Fiesta” y recién estaba funcionando “El Boulevard”, que simplemente era el traslado de los puestos de venta de bebidas de la orilla de la playa hacia unos metros adentro, las autoridades pensaron que era la mejor solución, pero se equivocaron.
Hace diez años atrás, empecé a vivir al límite de todo. Fueron los años más oscuros de mi vida, la playa Boca del Rio y el Boulevard (que ya no existe) donde junto a mis amigos formábamos parte de una sola historia, era como una comunidad sólida donde todos nos saludábamos con todos porque todos nos conocíamos y un extraño nunca pasaba desapercibido, nuestro horario empezaba a las nueve de la noche, esa sí era una costumbre que se convirtió en hábito.
Hace diez años atrás, quise cambiar de vida, pero como muchos jóvenes no pude, regresé varias veces a Arequipa a casa de mis padres, pero nuevamente regresaba a lo mismo, a la misma playa y con la misma gente y a hacer las mismas cosas.
Nuestro grupo era de chicos y chicas de varios lugares: Ciudad Nueva, Cercado y Pampa Inalámbrica, liderados por una linda chica de Ciudad Nueva, nos reuníamos en la glorieta de la playa para beber algo y al final de tres o cuatro rondas, nos envalentonábamos y cada uno seguía sus instintos. Conocí a varías chicas muy lindas, que compartieron mi vida en esos tiempos, donde solamente quisimos vivir la vida, salvo ciertas excepciones.
Sufrí de insomnio constante, nunca salía de día, sólo me buscaban de noche, durante ese tiempo nunca pude dormir tranquilamente en el día, pero en la noche renacía cual ave fénix. Creo que ya estaba llegando al límite. Tiemblo al pensar en ello.
Hasta que un día, al ir a almorzar me encontré con una vieja amiga, que me dijo “Hola Jackcito, que estás haciendo”, le dije que nada, pero no sabía lo que estaba viviendo. Me dijo: “No quieres volver a trabajar en la Municipalidad”. “Ya ps” le dije. Me citó al día siguiente y desde ese día dejé todo de lado y empecé nuevamente a ordenar un poco mi vida. Merecía una nueva oportunidad.
Dejé de frecuentar al grupo de amigos, dejé por un tiempo esos lugares que describí, dejé muchas cosas, el destino me dijo hasta aquí nomás. Hace poco volví a ver una de esas personas de esos años y nos saludamos como nunca lo habíamos hecho y me dijo “Te odio, me abandonaste durante diez largos años, pero sigues igual”. Creo que es cierto, pero parece un sueño porque las demás historias si son cosas mías.