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23 noviembre, 2024 3:51 am

Nunca has sido más valiente que el día en que dijiste: “Aquí no sigo más”

La vida debe tener un equilibrio entre lo que vivimos, gozamos y sufrimos.

POR: ANGÉLICA ESPINOZA ORTIZ     

Los seres humanos no solo estamos aquí para experimentar momentos de alegría, sino también para enfrentar todas las emociones, desde las más placenteras hasta las más amargas. Sin embargo, rara vez nos preparamos mentalmente para ello. Nos gusta ser felices y disfrutar de la vida, y solemos pensar que esa es la única manera de vivir. Por otro lado, algunas personas sienten que nacieron para sufrir, y aceptan esa idea, observando y soportando su dolor durante años, e incluso toda su vida.

Ya sea en el ámbito personal, familiar, laboral o en otros contextos, es crucial no quedarse esperando que las cosas cambien por sí solas. La vida debe tener un equilibrio entre lo que vivimos, gozamos y sufrimos. Podemos resumir este proceso en tres etapas:

Experimento y disfruto – Sufro y lloro – Aquí hay dos opciones: sigo sufriendo o tomo la decisión de alejarme de esa situación o de esas personas.

Este es un proceso simplificado para enfrentar situaciones difíciles. Me doy cuenta de que siempre tengo dos opciones: quedarme con la esperanza de que las cosas cambiarán o tomarme un tiempo para reflexionar sobre lo que realmente quiero, lo que me hace feliz y lo que me beneficia.

Las personas a menudo se deprimen o viven frustradas porque se han convertido en robots, haciendo solo lo que otros esperan de ellas, sin detenerse a pensar en lo que realmente desean hacer. Siempre he tenido un lema: «En este mundo, sé feliz; haz lo que desees sin hacerle daño a los demás.» Si piensas que tienes deudas, hijos o responsabilidades que te impiden dedicarte a ti mismo, recuerda que todo tiene su tiempo. El tiempo no regresa, y puede ser demasiado tarde para dedicarte a ti mismo después.

Solo te puedo decir que nunca has sido más valiente que el día en que decidiste salir de allí.

Análisis & Opinión