POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DE LA DNEF DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES)
La emoción que sienten los peruanos y las peruanas al visitar la Cripta de los Héroes, en el Cementerio Museo Presbítero Maestro de Lima, y las Casas Museo Grau de la Capital de la República, y de Piura, ciudad de su nacimiento, es quizá una de las más grandes emociones que agitan el alma de sus connacionales, al saber que están cerca a los lugares relacionados con los espacios donde vivió el Héroe.
Aunque el mar fue el lugar más próximo en su vida de adulto, por ser el sitio al que eligió para la mayor parte de su vida, ese mar que hoy lleva su nombre, nos recuerda que los peruanos siempre debemos estar alertas para la defensa de la integridad territorial, y para dar la vida, si es necesario, por defender a la patria.
Hoy evocamos a una figura extraordinaria para el Perú, don Miguel Grau Seminario, el Caballero de los Mares, reconocido por sus connacionales como El Peruano del Milenio, quien murió en el mar de Angamos, el 8 de octubre de 1879, por eso, hoy lo recordamos como el marino inmortal, y como el hombre que defendió la integridad de la patria, porque esta faceta de su vida es la que más se ha reconocido, frente a otros valores asociados a lo extraordinaria de su vida.
Miguel Grau nació en San Miguel de Piura el 27 de julio de 1834, hijo de Juan Manuel Grau y Berrío, y de Luisa Seminario del Castillo, y tras una estela de vida ejemplar, falleció en Angamos el 8 de octubre de 1879. Fue un civil extraordinario y uno de los principales protagonistas de la Guerra del Pacífico que enfrentó a peruanos y chilenos entre 1879 y 1883. Actualmente se le considera Precursor del Derecho Internacional Humanitario, por el rescate de los náufragos chilenos después del Combate de Iquique.
Sobre el Gran Almirante se ha investigado y escrito mucho, 143 años después de su muerte, se sigue escribiendo, destacándolo como figura paradigmática, como la del ilustre piurano, que ha llevado su nombre a todos los mares del mundo, y se refleja más allá de los monumentos de diverso material, y en los monumentos de palabras, cargados de mensajes, que lo ubican en el lugar que conquistó.
Destacar al héroe de Angamos, no debe sumergirse en un mar de olvido de las otras virtudes de Miguel Grau Seminario, ya que se destacó como un pilar de civismo, asumiendo sus roles de ciudadano, de padre, y de esposo responsable frente a los deberes que conscientemente había hecho suyos, sin ligarse solamente a la defensa de la integridad de su patria.
Los aspectos políticos en la vida de Miguel Grau fueron bastante intensos, fue un gran patriota desde antes de Angamos, y la suma de los valores que inspiraron su comportamiento, teniendo en cuenta que los valores inspiran la forma de obrar de las personas, los encontró desde que era niño, en contacto con sus parientes, sus amigos, sus paisanos, y con todo lo que paulatinamente fue parte de su entorno social.
Cuando se terminaba el siglo pasado, y Grau fue elegido como El Peruano del Milenio, fue porque no solo se pensó en el marino heroico, en el protagonista principal de Angamos, en el defensor de la patria, también se pensó en el líder de algunos hechos históricos, en el que, como guía de sus compatriotas, respondió con ellos, frente a la alteración del orden social: «No reconozco otro caudillo que la Constitución».
Grau “fue honesto, leal, cumplido y sincero”, sus cartas transparentan la esencia de su alma, los principios que tuvo, nos explican el porqué del comportamiento con su esposa, asociado a la fidelidad, nos hacen entender porque amo tanto a sus hijos y a sus padres, a quienes honró aún después de muertos, como nos lo hizo conocer la doctora Ella Dumbar Temple en su famoso “Victorial”, publicado en el Centenario de Angamos.
Grau tuvo una vida destacada, que no acabó con el Combate de Angamos del 8 de octubre de 1879, hecho que se considera como un admirable epílogo, porque la trascendencia y prolongación de su vida, perdurará por los siglos de los siglos, como los nombres de Aníbal, Napoleón, Moisés, Alejandro, Julio César, Túpac Yupanqui, y los de otros forjadores de la peruanidad y de la humanidad, en general.
La fundación del Partido Civil, y su vinculación con el presidente Manuel Pardo, lo engarza a la política peruana en 1871, cuando los ciudadanos peruanos respondieron a los militares, diciéndoles, con la fundación de esta agrupación, que los civiles también podían conducir los destinos y la defensa del país, por eso se asoció con ellos, porque consideró los propósitos de esta agrupación política.
Miguel Grau fue un defensor del orden social en el país. El 22 de julio de 1872 se apresó y destituyó al presidente José Balta; y el partido Independencia Electoral, después Partido Civil, encabezó la resistencia que hizo frente a los usurpadores liderados por Tomás Gutiérrez. Al día siguiente, la Armada Nacional, con Aurelio García y García y Miguel Grau, condenó los acontecimientos y decidió la suerte frente a la sublevación, elaborando el “Manifiesto de la Armada Nacional”, pronunciándose contra la dictadura de Gutiérrez.
Cinco días después concluyó este quiebre de la democracia, terminando con el ajusticiamiento de los sediciosos por el pueblo de Lima y el Callao. En el Museo Electoral y de la Democracia del Jurado Nacional de Elecciones, se guarda uno de los impresos que se publicó en el diario El Peruano, del rechazo a la revolución de los hermanos Gutiérrez en 1872, manifiesto que salvo al país de una guerra civil, Grau estuvo del lado de la Constitución, del orden, y del interés de su patria y de sus connacionales.
Grau fue diputado suplente por Paita entre 1872 y 1876, y diputado titular por la misma jurisdicción territorial, entre 1876 y 1879, y lo fue por Paita, porque la Constitución vigente de 1879, así lo permitía, y podía representar a una provincia, un ciudadano que hubiese nacido en cualquiera de las provincias que conformara el departamento en que fuese integrante la otra, y como tal fue elegido con el 100% de los resultados electorales.
Desempeñando el cargo de diputado lo sorprendió la guerra de 1879, y de inmediato se aprestó a la defensa de la patria, inmolándose el 8 de octubre de 1879, en el mar de Angamos, y desde entonces brilla en el firmamento de la peruanidad, como uno de los astros que iluminan a los peruanos, y les inspiran a ser protagonistas de su historia, tomando como modelo al Peruano del Milenio.
No solo en Piura se admira a Grau, en Moquegua, Ilo, Arequipa, Tacna, Cusco, en todo el Perú está la memoria de Miguel Grau, en las calles, instituciones cívicas, educativas, culturales y deportivas, que mantienen siempre viva esa imagen inmortal, que hoy nos lleva a evocar la Caballero de los Mares.