POR: EDWIN ADRIAZOLA FLORES
En 1540, Lucas Martínez Vegazo recibía de manos de Pizarro una encomienda en la que se consignaba el valle de Ilo, convirtiéndose en uno de los primeros españoles beneficiados con estos repartos.
Lucas Martínez nació en Trujillo de Extremadura entre 1511 y 1512; fue hijo de Francisco Martínez Vegazo y Francisca de Valencia. A los 19 años se embarcó hacia las Indias junto a los hermanos Pizarro. Su condición de soldado de a pie estaba expuesta a mayores dificultades y recibía una paga mínima cuando se trataba de repartir oro y plata. En Coaque, por ejemplo, solo recibió 14 pesos.
Participó en la toma de Cajamarca y fue testigo de su juicio; como consecuencia, recibió una cantidad que lo sacaría de la condición precaria: recibió 135 marcos de plata y 3 380 pesos de oro, fortuna con la que formó junto a Alonzo Ruíz una Compañía para la conquista del Perú. De allí su vida cambió pues fue reconocido como uno de “los de Cajamarca”, nombre dado a los primeros conquistadores, y el origen de la naciente aristocracia social española en América. Lo primero que hace es adquirir uno o dos caballos, pues ellos otorgaban prestigio social y rango militar, pero fundamentalmente le permitía a su dueño recibir en los repartos de botines un pago superior casi en cuatro veces al que recibía el soldado de a pie.
Martínez acompañó a Gonzalo Pizarro hacia Pachacamac y recorrió casi toda la Sierra central pasando por Jauja, Tarma, Huánuco Viejo, Huamachuco, convirtiéndose en el español que más había recorrido el Perú. De Cajamarca partió hacia Jauja y llegó al Cuzco a fines de 1533, donde participó en el saqueo autorizado por Pizarro, correspondiéndole un solar en el Hatun Cancha, 2.000 pesos ensayados de oro y cerca de 1517 pesos en plata, lo que aumentó su fortuna en dos millones de pesos. En agosto de 1535 Pizarro le entregó en encomienda los indios Carumas, y de Ubinas. En 1537 fue regidor del cabildo del Cusco.
De Cuzco, Martínez pasó a Lima donde inició algunos negocios. Cuando se hizo necesario fundar una ciudad en el sur para que sea la escala hacia la capital del Imperio y facilite la conquista de Chile, Pizarro seleccionó entre los primeros conquistadores a Martínez, convirtiéndose en vecino notable de Arequipa, recibiendo además su última gran encomienda que comprendía toda la zona sur, incluyendo el valle de Ilo, que lo consolidaba como rico colono, poderoso encomendero y próspero comerciante. Tenía treinta años de edad.
Señala Efraín Trelles (“Funcionamiento de una encomienda peruana inicial”) que Lucas Martínez no formó familia ni dejó herederos, pero tuvo como compañera a una morisca de nombre Beatriz que lo sirvió y acompañó casi hasta el final de sus días y le dio una hija. Afectado por una úlcera que lo conduciría a la muerte, hizo testamento en Arequipa el 20 de noviembre de 1565 ante el notario Pedro de Valverde. En él dictó una cláusula destinada a los indios de Ilo; en ella señalaba que tenía en la villa de Ilo una huerta y una viña, propiedades que dejaba a los indios que las trabajaban para que las cobren, beneficien y gocen del fruto, para ayudar a pagar sus tributos y puedan quedarse con ella por el servicio que le habían prestado.
Luego de arreglar sus cuentas y pertenencias, debió decidir el destino de lo sobrante, pues la corona y sus enemigos los Villegas estaban detrás de sus ricas encomiendas. Por ello hizo su última jugada: se casó con María Dávalos del Castillo. María Dávalos, una hermosa mujer de 25 años, era hija de Nicolás de Rivera, alcalde de Lima y de doña Elvira Dávalos quien le pidió 20.000 pesos por el matrimonio, cantidad que se redujo a 12.000 pagados al contado. El matrimonio de ambos se celebró el 20 de abril de 1567 en la cama del moribundo quien no podía ni sentarse. Nueve días después, a las tres de la tarde, Lucas Martínez Vegazo entregaba su alma a Dios.