- Clasificados -

Las batallas de Torata y Moquegua en la memoria colectiva regional

MOQUEGUA 200 AÑOS DESPUÉS Los combatientes de Torata y Moquegua, demandan que el país entero sepa sobre este protagonismo olvidado, para ser conocido por todos los peruanos y peruanas, porque si bien militarmente fue una derrota, en el heroísmo, y demostración de amor a la patria, fue una evidencia a los realistas, que la independencia del Perú estaba muy próxima, y que sus hijos lo lograrían muy pronto. 

POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES)  

Para los moqueguanos es motivo de orgullo tener a personajes de vuelo nacional que llenan los espacios en todos los campos del quehacer social, ya sean Mercedes Cabello de Carbonera, José Carlos Mariátegui, Domingo Nieto, Juan Vélez de Córdova, y otras tantas figuras masculinas y femeninas que han nacido en esa jurisdicción.

En la historia del país, Las batallas de Junín y Ayacucho se convirtieron en los dos grandes hechos memorables protagonizados en la independencia, como si hubiesen sido los únicos, quizá por su significado de derrotar a los realistas, y la firma de la capitulación, sin embargo, otros hechos de armas dejaron huellas en la historia de la emancipación sin ser victorias, como las que se mencionan.

De la primaria y secundaria, los estudiantes recordaran por toda su vida, estos dos hechos memorables, Junín y Ayacucho, mientras que las otras jornadas son conocidas por los especialistas, y por los habitantes de cada uno de los espacios, o por las regiones donde se protagonizaron los sucesos, y que ahora, con motivo del Bicentenario de la Independencia del Perú, han sido divulgados de diferentes maneras.

En el Congreso de la República, hay varios expedientes para reconocimiento de algunos hechos históricos, y de héroes y precursores, como es el caso del moqueguano Juan Vélez de Córdova.

BATALLAS POR LA INDEPENDENCIA 

Las batallas reconocidas como tales, el 11 de enero de 1830, en la jornada de la independencia, son los hechos de guerra siguientes: Pichincha, Torata, Moquegua, Zepita, Junín, Ayacucho, Portete de Tarqui, y los dos sitios del Callao. Este decreto fue desde el Palacio de Gobierno, en función a la consulta elevada por la Junta Clasificadora de Servicios Militares, frente a las dudas que se tenían, con respecto a las solicitudes de los combatientes.

Y en efecto, cuando se ha consultado fojas de servicios de los combatientes de la independencia, se detalla minuciosamente la participación, desde una clasificación que ubica a los hechos de armas en: batallas en las que se ha participado, combates, campañas, escaramuzas, ya que no todos los encuentros merecían el calificativo de batallas. Ahí se registra la participación heroica de los sobrevivientes de Torata y Moquegua.

Torata, y Moquegua, dos batallas protagonizadas en jurisdicción moqueguana, son desconocidas para las mayorías, así como la batalla de Zepita, librada entre patriotas y realistas, en jurisdicción de Puno, el 25 de agosto de 1823, cerca al lago Titicaca. Quizá hace falta un desarrollo de estrategias de divulgación de las organizaciones competentes, para lograr que estos episodios se registren en la memoria colectiva.

José de la Serna e Hinojosa, virrey del Perú, enterado de la presencia de los patriotas en Arica, Tarapacá y Tacna, ordenó al general Valdés, que regresara desde La Paz hasta Arequipa, para comandar las tropas realistas en esa ciudad, y enfrentarse al ejército de Alvarado, con los 1500 efectivos.

Dispuso que el general Canterac, que se movilizaba en la sierra central, enviara al Cusco dos batallones de infantería y a dos escuadrones de caballería. Canterac no quiso dejar marchar solo a su ejército, quizá temió que se pasen al bando patriota, y fue con ellos, o también porque buscaba un mayor protagonismo y reconocimiento de méritos.

LA BATALLA DE TORATA 

La batalla fue precedida por algunas escaramuzas. Al parecer los patriotas iban ganado terreno, obligando al ejército de Valdés a retirarse a Pachía, y luego a Torata, el ejército patriota cayó en la coartada de Valdés, que había planeado atraerlo hasta un punto donde lo enfrentaría el ejército de Canterac, que avanzaba desde Puno. El general Rudecindo Alvarado buscaba batir a Valdés. Lo acompañaban en la oficialidad, el Coronel Mariano Necochea, y el sargento mayor Román Deheza.

El 19 de enero de 1823 los realistas, seguros de la llegada de los patriotas a Torata, se prepararon a dar batalla, comenzando los enfrentamientos desde las 9 de la mañana. Ambas fuerzas se atacaban, se escuchaba el tiroteo, las tropas realistas ocupaban las alturas, y al caer la tarde ya los leales al rey tenían ganada la batalla, conteniendo el avance de los patriotas, la moral de los realistas se fortaleció más, ante la llegada de Canterac que venía con refuerzos.

En el lado patriota estaba el Batallón de la Legión Peruana, el Regimiento del Río de la Plata, el Batallón Nº 4 de Chile y el N.º 11 de los Andes, teniendo como reserva al Nº 5 de Chile, se encontraron también los Granaderos de los Andes. Los realistas, ocupaban buenas posiciones para su defensa con el Batallón del Centro y el Gerona, con la caballería en retaguardia; los realistas contaban en sus filas, con dos compañías del Gerona, totalmente de españoles, listas para el ataque con bayonetas.

Triunfaron los realistas, perdiendo a 250 hombres, mientras que las bajas patriotas fueron el doble. Tras la derrota, el ejército de Alvarado se retiró a Moquegua, donde se libraría una nueva batalla.

 LA BATALLA DE MOQUEGUA 

El 20 de enero la división de Jerónimo Valdés recibió la que mandaba el general Canterac, lo que encendió sus ánimos de marchar contra los patriotas, a los que el 21 de enero enfrentaron en las inmediaciones de la villa de Moquegua, con el consiguiente descalabro del ejército patriota, que, de contar con 4300 hombres a su salida de Lima, retornaría con aproximadamente 1500.

Después de la batalla de Torata el ejército patriota se habíase retirado a Moquegua para reorganizar sus fuerzas, mientras los realistas no estaban dispuestos a permitirlo, sabiendo de las condiciones en que se encontraba, lo que les auguraba una victoria. A las 8 de la mañana los realistas avistaron a los patriotas que habían formado en batalla, y para atacarlos, Canterac formó al ejército real en dos divisiones.

La lucha fue encarnizada en ambos bandos, el espíritu de los patriotas apostaba por la libertad, mientras que los realistas, incapaces de aceptar la realidad indetenible de independencia, defendían una posición a favor del Rey, que, pese a esta victoria, se desvanecería al año siguiente.

Hubo bajas en ambos ejércitos, y episodios de arrojo en ambos bandos, los soldados de las dos partes estaban inspirados en ideales contrarios, y luchaban por la materialización de sus proyectos. Parte de las bajas sufridas por los realistas fueron de los batallones Burgos y Cantabria, pereciendo el comandante Manuel Fernández.

Al final, entre los patriotas hubo 700 muertos y más de 1000 prisioneros, mientras las bajas realistas fueron de 150 muertos y 250 heridos. Cuando se protagonizaron las batallas de Torata y Moquegua, el general San Martín ya no se encontraba en el Perú, y Simón Bolívar aún no había sido invitado a venir a este país, al que llegaría recién en setiembre de 1823.

Análisis & Opinión

ANÁLISIS Y OPINIÓN