POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DEL JNE)
Han transcurrido 66 años de la coronación del triunfo de una larga aspiración de las mujeres en el Perú: su reconocimiento como ciudadanas. Esa paciente lucha, se inicia en el Perú en la segunda mitad del siglo XIX, cuando el senador por Ancash, ilustre médico y político residente en Lima, don Celso Bambarén Ramírez, pidió en el Congreso de la República, que se otorguen a la mujer, derechos en igualdad de condiciones con respecto al varón. Era el año 1867, y la opinión pública peruana se vio sacudida por una postura como esta, que se enfrentaba a la mentalidad de la época.
Este cambio social, que equivalía al rompimiento de los paradigmas que gobernaban la vida social de los peruanos, generó una reacción de parte del clero, y de algunas mujeres que no admitían aún, que la sociedad las necesitaba con otros roles, como activas participantes en la toma de decisiones, para elegir y ser elegidas, frente a la experiencia de gobierno representativo en el Perú.
Y aunque, en el imaginario colectivo se relacione este triunfo con el gobierno del general Manuel A. Odría, asumiéndose que este gobernante dio el voto a la mujer, como si se hubiese tratado de una concesión repentina, o como si hubiese sido una decisión de él, sin la participación de ellas en la lucha que las igualó en derechos de ciudadanía, con respecto a los varones, la Historia presenta evidencias, que fueron ellas las artífices y principales protagonistas de ese cambio de mentalidad y comportamiento que se experimentó entre peruanos y peruanas de avanzada, en un mundo en el que primaba la exclusión social.
Solo en círculos académicos, generalmente, se conoce sobre la lucha de la mujer para gozar de los derechos, que desde hacía casi 150 años disfrutaban los varones, sobre todo los alfabetos que empezaron a votar en 1809, y desde 1812 en la primera elección de alcaldes a fines del período virreinal, hecho histórico que se registra también, dentro de los sucesos en la Moquegua de esos años.
Hoy podemos rendir homenaje a las precursoras por la lucha del reconocimiento de la mujer como ciudadana, destacando a Zoila Aurora Cáceres, fundadora en 1905, del Centro Social de Señoras, en Lima, con el propósito de contribuir a la educación de la mujer, al tomar conciencia de quedar en desventaja para la toma de decisiones en el mundo de la democracia, cuando se aprobara la Ley, si solo un número limitado de mujeres sabía leer y escribir.
Zoila Aurora Cáceres promovía la formación de una conciencia cívica entre todas las mujeres del Perú, no a partir de un movimiento de élite, la promoción de la mujer necesitaba de la participación y del trabajo de todas ellas en el país, y al parecer lo consiguió ya que la conciencia de grupalización se advierte en diferentes comunidades organizadas de la costa y sierra norte, centro y sur del Perú, como se evidencia en la numerosa correspondencia de esta precursora, que luchó junto a otras mujeres para ese reconocimiento ciudadano que la sociedad les negaba.
La mujer tenía que liberarse del yugo familiar y del yugo social, en las casas, las mujeres estaban destinadas principalmente a las tareas domésticas, a los trabajos para cuyo rol se les preparaba desde niñas, como se advierte incluso en las rondas infantiles, internalizadas vía el proceso de socialización. Hoy los roles son compartidos entre varones y mujeres, y la sociedad es protagonista de un universo sin estigmas para las mujeres, hoy, se vive en un mundo donde gradualmente se está eliminando la exclusión social, y se actúa inspirados en valores de igualdad, libertad y tolerancia, acorde como lo exige la dinámica de la sociedad de este momento.