POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DE LA DNEF DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES)
Cada 25 de diciembre, es como si el mundo se detuviese un instante, para consagrar su voluntad vinculándola con un hecho histórico de conocimiento universal, con la navidad, fecha singular y universal, de celebración del nacimiento de Jesús en Belén, suceso que multiplica la felicidad de todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
La navidad es un claro signo de hermandad. Se ignora el día exacto de su nacimiento, lo cierto es que Jesús nació, y su existencia es un hecho real, registrado en el libro sagrado que seguirá inspirando la manera de vivir de interminables generaciones; Jesús vino al mundo, nació en Belén, vivió circunstancialmente en Egipto, naciendo signado para redimir al mundo, como lo anunciaron los profetas que por siglos orientaron la forma de vivir del pueblo de Dios.
Se pudo apreciar, que el asistencialismo estuvo ligado a la navidad durante muchos años, con más intensidad de lo que puede observarse actualmente, a fin de año, empezaban campañas pidiendo por los menos favorecidos, expresión de una mentalidad que yo no se admite, ahora se pone como meta prioritaria, formar personas como agentes de su propio desarrollo, y no llegar a la mendicidad frente al Estado, ni ante las instituciones benéficas.
La navidad entre algarrobales en el norte, y bajo huarangos en el sur, o sobre el ichu de nuestras alturas, es tanto como vivirla al lado de los ceibales, guayacanes, zapotes y parquinsonias en la tierra de Miguel Grau, lo que la convierte en una vivencia inolvidable, y lo es maravillosa, cuando frente al desierto se aprecia desde muy temprano del 25 de diciembre, sentirse bajo los rayos del sol de Ica, Moquegua, Tacna y de Piura, que las arenas comienzan a calentarse, en medio del alegre despertar de las rastreras que ahí se mantienen.
La tradición navideña del Perú, varía en su manera de vivirla, algunos la celebran consumiendo chancho, en otros pavos, acompañado de los dulces que durante el virreinato trajeron las moriscas en el siglo XVI, que se mantienen hasta hoy en la dulcería nacional.
LA NAVIDAD DENTRO DE LA PRÁCTICA DE LA DEMOCRACIA
Quizá se consideró entre los políticos, entregar regalos a los niños y niñas, como mecanismo para asegurar los votos de sus padres, en un tiempo en el que más peso tuvo regalar “pisco y butifarras”.
Los políticos en escena, asegurando votantes, ponían en práctica mecanismos de clientelaje político que se multiplicaban al aproximarse las elecciones, y es probable que cuando los procesos electorales eran en los meses próximos a la pasada celebración de navidad, también se haya entregado regalos.
Una postal navideña en el Museo del JNE, del presidente Billinghurst y su gabinete, que circuló a fines de 1912, refleja que la navidad no quedaba al margen de los hombres de la política, es una celebración que convoca a todos los cristianos, especialmente a los católicos, y que no pasa desapercibida para los no cristianos.
También existen tarjetas de saludos navideños, se conservan de varios presidentes, y de políticos destacados, lo que nos permite asegurar que todo diciembre era y es navidad, sin distingo de ocupación, de color de la piel, ideología, y de cualquier otro indicador que real y cuantitativamente oponga a los grupos sociales. También se conserva una tarjeta de saludo de Ricardo Valdiviezo, diputado por Moquegua, en 1954, y de representantes políticos de otras regiones.
A fines del siglo pasado, pudimos ver la identificación de algunos políticos con respecto a los menos favorecidos económicamente, indudablemente, que ese desprendimiento también debió tener una pizca de interés, para asegurar próximas candidaturas, cuando no estaba prohibida la reelección inmediata.