Por: Arnulfo Benavente Díaz
La definición del concepto “corrupción” es según el diccionario: acción y efecto de corromper ¿Qué es corromper? Es alterar y trastocar la forma de alguna cosa. En lo referente a “corruptela” se indica: mala costumbre o abuso especialmente introducidos contra la ley. En la manera más directa es, alterar el orden. La transparencia es lo contrario a corrupción.
El libro de Alfonso Quiroz, “Historia de la Corrupción en el Perú”, sostiene que corrupción es: “un fenómeno amplio y variado, que comprende actividades públicas y privadas, no se trata tan solo del tosco saqueo de los fondos públicos por parte de unos funcionarios corruptos como usualmente se asume”. Asimismo, sobre la corruptela, dice: “comprende el ofrecimiento y la recepción de sobornos, la malversación y la mala asignación de fondos y gastos públicos, la interesada aplicación errada de programas y políticas, los escándalos financieros y políticos, el fraude electoral y otras trasgresiones administrativas, como el financiamiento ilegal de partidos políticos en busca de extraer favores indebidos, que despiertan una percepción reactiva en el público”.
Alfonso Quiroz, realiza una diferencia conceptual de dos niveles de corrupción, la sistémica y la percibida. La sistémica, consiste: “de naturaleza más orgánica, al estar ligados a evolución de las instituciones, el Estado, los marcos legales, los recursos económicos y públicos disponibles, los auges exportadores y las redes de corrupción adaptadas”. En lo referente a la percibida, expresa: “pueden ser más volátiles y dependientes del destape de escándalos a través de los medios, la sociedad civil y un sistema político conflictivo, así como de la reacción moral y ética que dichos escándalos generan”.
Antonio Ulloa fue designado en 1757, como supervisor de una mina de mercurio en Santa Bárbara, Huancavelica. Ulloa informó: “corruptelas de autoridades codiciosas, oficiales reales de Hacienda, mineros y comerciantes que causaban un daño incalculable a la Corona española y a sus súbditos”.
Alfonso Quiroz escribe sobre los años 1821 a 1822: “El libertador José de San Martín y Bernardo Monteagudo, su ministro de confianza, expropiaron y dilapidaron a la élite mercantil y económica de Lima, sin conseguir la independencia definitiva del Perú”. Asimismo, declara lo siguiente: “La mayor parte de bienes expropiados se otorgó a militares que pedían compensación y recompensa por sus hazañas patrióticas. Entre los oficiales de alto rango que recibieron estas recompensas tenemos a Antonio de Sucre, Bernardo O’Higgins, José Rufino Echenique, Juan Francisco Reyes, Blas Cerdeña entre otros”.
Y eso no es todo, Simón Bolívar: “tomó parte en las dañinas prácticas de expropiación local y abuso de autoridad”. El autor expresa que: “un congreso servil recompensó a Bolívar en 1826 con más de un millón de pesos”. Se observa: “Bolívar ordenó a sus propios oficiales el despojar propiedades, incluidos los ornamentos de plata de las Iglesias, como medio para financiar al ejército”.
El cónsul estadounidense William Tudor, declaró en aquella época al secretario de Estado, John Quincy: “Los invasores que vinieron a proclamar la libertad y la independencia eran crueles, rapaces, carentes de principios e incapaces. Sus malos manejos, su despilfarro y su sed de saqueo, pronto alienaron los afectos de los habitantes”. Pensamos que, por el contenido, el autor nombró a este capítulo: “Saqueo Patriota”.
Es bueno recordar que: “El fenómeno de la corrupción ha mostrado tanto continuidad como variabilidad desde la aparición de los Estados y civilizaciones más tempranas”. En el Perú, desde la colonia se inició la corrupción. En el presente, los medios de comunicación declaran sobre la corrupción a nivel nacional en todo nivel.