La capitulación del Callao y la rendición del general Rodil

…pese a las victorias de los patriotas, y al avance de la corriente independentista, los representantes de la Corona de Castilla, se mostraban reacios a ceder ante la realidad, no accediendo a la solución a través de fórmulas sin derramamiento de sangre, sino, a través de hechos de armas…

POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES)   

Si bien en la historia de la independencia del Perú se conocen hechos de armas como las batallas de Torata, Moquegua, Zepita, Junín, y Ayacucho y, sobre todo, estas últimas, hay otras acciones singulares que no están en la memoria colectiva, pese a que son hechos relacionados con la independencia nacional, como fueron los sitios a la fortaleza del Callao o Real Felipe, y la capitulación que devino en su entrega por el general realista Ramón Rodil

La separación de las colonias hispanas de su antigua metrópoli era un acontecimiento que no se podía postergar, las condiciones estaban dadas, el entorno social favorecía las aspiraciones de los dominados que, bajo la influencia de nuevas ideas, y del espíritu del romanticismo, estaban dispuestos a dar sus vidas, si era necesario, por la libertad del continente.

Sin embargo, pese a las victorias de los patriotas, y al avance de la corriente independentista, los representantes de la Corona de Castilla, se mostraban reacios a ceder ante la realidad, no accediendo a la solución a través de fórmulas sin derramamiento de sangre, sino, a través de hechos de armas en los que el heroísmo se protagonizó entre los soldados de los bandos rivales.

Después de la batalla de Ayacucho, y la firma de la Capitulación correspondiente, tras la derrota del ejército del Rey, la noticia se envió de inmediato a Simón Bolívar. En Lima los patriotas celebraron alborozados el triunfo, mientras los realistas temían por sus vidas y bienes.

Las campañas de 1824 resultaron muy favorables a los independentistas, apoyados con refuerzos de la Gran Colombia. Por su parte los realistas enfrentaron la revuelta de Pedro Antonio Olañeta en el Alto Perú, situación grave que se sumó a la escasez de suministros y a la desesperante llegada de refuerzos desde España.

Tras el triunfo de Junín, y el del 9 de diciembre de 1824, los realistas tuvieron que capitular, contándose presente, el propio virrey La Serna. En Lima había soldados realistas que se retiraron a la sierra, y abandonaron la lucha tras conocer el resultado de la Batalla de Ayacucho.

El Callao pronto estuvo poblado por más de 8.000 refugiados partidarios del Rey, la mitad de ellos combatientes dirigidos por José Ramón Rodil, quien pese a ser noticiado en enero de 1825 sobre la Capitulación de Ayacucho, rechazó la propuesta de rendición que se le hiciera llegar, obstinándose en defender lo indefendible, en el Callao, confiado en la llegada de refuerzos desde Europa.

En diferentes expedientes conservados en el Archivo Histórico Militar del Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, hay probanzas de la participación de muchos soldados y oficiales en los sitios a la Fortaleza del Callao, o Real Felipe, con detalles importantes de este proceso, que conocemos por la publicación de la memoria del general José Ramón Rodil, publicada en 1955, con una introducción de Vicente Rodríguez Casado y de Guillermo Lohmann Villena.

En ese documento se relata día a día lo ocurrido, tal como se experimentó y percibió desde la visión realista, lo cierto es, que al final, cuando el general Grancolombiano Bartolomé Salom, era partidario del fusilamiento del general Rodil, Simón Bolívar consideró que el comportamiento del realista había caído en el heroísmo, y no era merecedor de la pena de muerte.

El 22 de enero de 1826, cuando ya muchos realistas habían perecido por hambre, enfermedades, y balas Rodil firmó la rendición, y al día siguiente la fortaleza fue entregada a los patriotas.

Retrato de José Ramón Rodil y Campillo, por Dionisio Fierros.

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