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7 noviembre, 2024 6:18 pm

Jugamos bien, pero

Desde luego que los entusiastas hinchas seguirán repitiendo la frase “matemáticamente tenemos posibilidades”.

POR: FERNANDO VALDIVIA CORREA   

El agridulce empate ante Colombia en la noche del pasado viernes en el Estado Nacional ha puesto en escena la dramática situación que atraviesa la selección de todos: ¡Coleros!. Y el follón no viene de ahora, ni de la Copa América en la que quedamos últimos en la fase de grupos, sino de mucho, mucho antes. Diríamos, y esto no es una exageración, que la debacle permanece desde hace más de 40 años. Para el mundial de Rusia 2018, clasificamos por repechaje (quintos), y retornamos pronto a Lima (solo 3 puntos de 3 partidos disputados); es decir, fue un hipo en nuestra historia futbolera.

Sí, pues para la siguiente eliminatoria (Qatar 2022), llegamos también al repechaje, disputando el boleto con Australia, cayendo contra este equipo por penaltis. Chau quimera, y a ver el mundial, desde casa. Esto último le costó el puesto a Ricardo Gareca, sobredimensionado técnico que quiso emular el lapsus de 4 años atrás, y se equivocó. No asumió su responsabilidad, y nos hizo creer que la culpa era de la Federación. No, aunque si lo fue para la designación del siguiente estratega, Juan Máximo Reynoso, cuya “gloria” fue haber sacado campeón de la Liga MX al Cruz Azul. Arribó a la capital en agosto de 2022, y en menos de 16 meses agarró maletas y dejó el cargo. Entusiasmados, decidieron nuevamente con el corazón y eligieron a Jorge Fossati, que hasta el día anterior dirigió a Universitario de Deportes, logrando el ansiado 27° título nacional. Sin embargo, la convocatoria para los amistosos ante las endebles Nicaragua y República Dominicana, las mismísimas que sus antecesores, como los polémicos Christian Cueva y Paolo Guerrero (el primero, tenía en ese momento más de 8 meses sin pisar oficialmente el gramado, en tanto que el segundo su avanzada edad, amén de vacilaciones en respetar los contratos firmados con diferentes clubes profesionales), pusieron en duda su capacidad para tan importante oficio. Y los detractores del “nono” acertaron.

Desde luego que los entusiastas hinchas seguirán repitiendo la frase “matemáticamente tenemos posibilidades”. Claro, como también aquella locución que reza, y es a su vez entonada por cada comentarista deportivo “si no vamos a ganar, tampoco perdamos”. Premio consuelo, ambas.

Lo cierto es que en unas horas nos mediremos con Ecuador, de visita en Quito, y probablemente al término de los noventa minutos reglamentarios reiteremos: jugamos bien, pero. La pregunta, simple, aunque tajante, es ¿hasta cuándo?

Análisis & Opinión