POR: DR. PHD JAVIER FLORES AROCUTIPA
La Universidad Pontificia Católica del Perú (PUCP) ha sido tradicionalmente reconocida como una de las instituciones educativas de mayor prestigio en el país. Durante la última década, ha demostrado un sólido desempeño financiero, evidenciado por el crecimiento constante de su patrimonio y la generación de utilidades anuales que superaban regularmente los 300 millones de soles. Esta situación reflejaba no solo la eficiencia en la gestión administrativa y financiera de la universidad, sino también el éxito de su modelo educativo, a pesar de los elevados costos de matrícula, que superan los 4,000 soles mensuales.
Sin embargo, el año 2023 trajo una sorpresa inesperada: la PUCP registró pérdidas por 30 millones de soles, una cifra que contrasta drásticamente con su trayectoria reciente de éxito financiero. Este giro inesperado ha generado interrogantes sobre la eficacia de las autoridades universitarias y la capacidad de sus académicos, muchos de ellos formados en prestigiosas universidades extranjeras, en áreas clave como contabilidad, economía, derecho e ingeniería industrial, para mantener a la institución en una posición financiera sólida.
Lo que resulta aún más desconcertante es que esta pérdida ocurre después de años de utilidades considerables: 163 millones de soles en 2022, casi 400 millones de soles en 2021, y 359 millones de soles en 2020. Estos resultados positivos anteriores plantean la pregunta de cómo una institución tan exitosa pudo caer en una situación de pérdidas en tan poco tiempo.
Una institución educativa, como cualquier entidad, debe ser evaluada por sus resultados financieros. En el caso de la PUCP, los resultados de 2023 son preocupantes. A pesar de que los ingresos por pensiones alcanzaron los 991 millones de soles, los gastos operativos superaron esta cifra, llegando a los 1,011 millones de soles. Este desequilibrio entre ingresos y gastos, sumado a otros costos adicionales, resultó en las pérdidas mencionadas.
La situación actual de la PUCP plantea dudas sobre la sostenibilidad de su modelo financiero. Aunque es una universidad sin fines de lucro, lo que significa que no está obligada a pagar impuestos como otras entidades, esto no exime a sus administradores de la responsabilidad de gestionar eficientemente los recursos para evitar pérdidas. Una universidad de este calibre debe buscar un equilibrio entre ofrecer educación de calidad y mantener una estabilidad financiera que garantice su operatividad a largo plazo.
El caso de la PUCP en 2023 es un recordatorio de que incluso las instituciones más prestigiosas no están exentas de enfrentar desafíos financieros significativos.