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Entre el ser y parecer

No es el discurso, sino la acción la que determina la posición.

POR: JULIO FAILOC RIVAS  

Hay una frase favorita de Saramago que viene al caso a propósito de la crisis política y sus secuelas: “No todo lo que parece es, no todo lo que es parece…”. Y en verdad los actores principales de esta crisis no han sido lo que parecían ser, sino pónganle un poco de atención, no al discurso, sino a la acción de cada uno de ellos. No es el discurso, sino la acción la que determina la posición.

Al parecer el ex premier Guido Bellido no fue el Paco Yunque que todos creían. Sus exabruptos no fueron tales y la mayoría de ellos –sobre todo las bravuconadas y las amenazas— fueron parte de una estrategia de Cerrón y de Perú Libre de cara a las elecciones de 2022. El objetivo de esta organización era la de capitalizar políticamente el caudal electoral de Pedro Castillo con un discurso radical y ocupar el espacio de las izquierdas en el Sur y Centro del País. Ellos necesitan ganar por lo menos media docena de gobiernos regionales y unos cincuenta gobiernos locales provinciales para de esta manera tener vigencia política, y seguir cumulando y creciendo políticamente para las elecciones de 2026.

En este esquema la estrategia de Cerrón y Perú Libre de generar tensión con el Congreso debería asegurarle por lo menos, con la cuestión de confianza, que el legislativo quedara al borde de la disolución. Pero además aspiraban a que si el Congreso terminaba censurando a Bellido lo hiciera por “defender las causas justas” de un pueblo históricamente postergado. De allí que se haya agarrado de Camisea, amenace al Congreso si éste no aprueba la Ley de la “segunda reforma agraria”, así como apele a la cuestión de confianza si censuran al Ministro de Trabajo Iber Maraví –de quien dice que es el representante de los trabajadores, razón por la cual la derecha ha pedido su cabeza al no responder a sus intereses–.

El Congreso tampoco era lo que parecía, ni todo lo que parecía era. Juraron que iban a censurar a Maravi por su vinculación con Sendero Luminoso en sus años aurorales y con Movadef cuando fue dirigente magisterial; y a pesar de haber tendido las firmas para la moción de censura nunca la presentaron y prefirieron ir a Palacio de Gobierno para quejase de la amenaza de Bellido. Aunque parezca que quieren vacar a Castillo no lo harán, porque saben que Dina Boluarte renunciaría por lealtad al presidente, y juntos con ellos se irían todos y se convocaría a nuevas elecciones sin reelección a la vista. Ningún congresista está dispuesto a perder su curul y lo más probable es que lo de la censura sea un saludo a la bandera, salvo que el premier Bellido desista de presentar la cuestión de confianza o que Castillo lo cambie antes de que la crisis empeore.

Tampoco el presidente de la República ha sido lo que parecía, ni parece lo que es. No es el radical que todos dicen y menos el comunista que llevará al Perú a convertirse en la Venezuela de Maduro; y mucho menos es el títere de Cerrón que le dicta por Twitter lo que debe de hacer y a quién poner. La tranquilidad y falta de locuacidad del presidente, aunada a la visión limeñista de los analistas políticos, no permite aceptar que al final sea Castillo quien terminó de manejar a Cerrón y a Bellido. ¿Alguien se podrá tragarse el cuento de que la salida de Bellido fue pactada con Vladimir Cerrón a cambio de nominar a su abogado ministro de Justicia para que éste le cuide la espalda en sus juicios?

Castillo –aunque no parezca—tiene ahora la mayoría de la bancada de Perú Libre, y ha tomado la decisión no solo de marcar distancia de Cerrón y compañía, sino que ha evidenciado lo que realmente es el jefe del partido, un pobre hombre, que nos hizo creer, con ayuda de la derecha bruta y achorada, los medios de comunicación y los “analistas políticos”, que su poder residía en un Twitter.

Y como continúa el mensaje de Saramago, “Pero entre el ser y parecer hay siempre un punto de entendimiento, como si el ser y parecer fuesen dos planos inclinados que convergen y se unen”.

Al final de esta batalla entre el Ejecutivo y el Legislativo nos hemos dado cuenta que somos víctimas de nuestros prejuicios y que las apariencias no solo engañan, sino que nos hace ver falsos espejismos.

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