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¡Entre bobos y charlatanes anda el juego! (II)

POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ                                              

Tengo la sospecha, que un término o un concepto tan respetado y tan mayoritariamente aceptado en casi todo el mundo occidental como es la democracia, está en franca decadencia. Prueba de ello son sentencias tan radicales, como por ejemplo la de Borges, –entre muchos otros, que recalca que a su entender “la democracia es una superstición, basada en la estadística.

Toda la gente no entiende de política, como no podemos entender todos de retórica, de psicología o de álgebra”, o aquella de Vargas Llosa, agregando que producto de lo que él denomina “La civilización del espectáculo” el espíritu crítico se viene perdiendo y que, (esa pérdida) tiene que ver con una literatura de puro entretenimiento, que ya no tiene la capacidad de mantener vivo el descontento con la realidad”, y más bien con el engaño promovido por los grandes poderes facticos y económicos , que igual que antaño Roma, promueven un poco de pan y bastante de circo para acallar conciencias o cerrar mentes.

Situación que me hace creer, –repito una vez más el argumento–, que recalca que la educación racional y critica está dejando su lugar a la mediocridad, al individualismo y al “sálvense” quien pueda y a la superficialidad, sin mayores valores ni solidaridad, impulsada por el denominado pensamiento único y el creer con Fukuyama que el capitalismo tras la caída de la URSS es el fin supremo de la humanidad, donde –cabe recordarlo–, al igual que en la antigua Grecia, los ilotas no opinaban ni votaban, algo que  en cierta forma ocurre en nuestros días, en que poco o nada interesa la opinión –desinformada por cierto-, de las grandes mayorías ante las decisiones de los grandes poderes económicos, que en estos últimos tiempos ven las grandes riquezas se incrementan cada vez en menos manos, en tanto el trabajo humano cada vez más deja su lugar a la inteligencia artificial.

Aspectos que son caldo de cultivo, no para crear un espacio democrático justo y racional, sino para que en cualquier momento la desinformación, la mediocridad y el resentimiento, abonados por el puro entretenimiento, ya no consigan amenguar o impedir el descontento de las grandes masas con la realidad y la injusticia, tal como lo sufrimos hace poco tiempo como consecuencia de la violencia senderista, violencia que dicha sea de paso fue “casi prevista” por un ileño como Luis Valcárcel en “Tempestad en los Andes”, (1927), libro prolongado por otro moqueguano como José Carlos Mariátegui, quien se pregunta “si alguna vez surgirá en nuestras sierras un Espartaco andino, en tanto la dictadura indígena busca su Lenin”.

Respecto a las líneas anteriores, cabe también recordad que Valcárcel, casi medio siglo después de la publicación de su obra cumbre señalaba que, si bien la “Tempestad en los Andes” que él preveía, “con rayos y truenos”, no se había dado, en cambio se había producido un incontenible “aluvión humano” que cayó sobre Lima y otras ciudades, que las “habían tomado” como un ejército invasor sin armas, recalcando que “la tempestad anda por dentro”.

Y en cuanto los que hoy se quejan de los integrantes del actual Ejecutivo y Congreso, tan solo cabe precisarles, con ironía, bastante desencanto y cruel realismo, que nunca como en nuestros días, ambos poderes, representan lo que somos mayoritariamente a lo largo y ancho del país a tal punto que creo que de los cerca de 33 millones de peruanos que viven o “sufren” en este territorio de “desconcertadas gentes”, entre el 60%  o 70%  de los mismos tienen perfiles similares a los del actual presidente y/o congresistas, divididos porcentaje más, porcentajes menos,  en grupos que se califican bien de izquierda, centro o de derecha, pero que se caracterizan por estar desinformados, llevarse por emociones antes que por razones y, carecer de objetividad y análisis crítico, entre otras “virtudes destacables” como que a las grandes mayorías les interese un “bledo” los juegos y rencillas políticas, porque ante todo está la lucha por en “pan de cada día” , en tanto las grandes empresas trasnacionales y la derecha torpe y egoísta nacional, se llevan la parte de león de “nuestras” riquezas¡ …(A decir verdad, Castillo y los actuales congresistas tardaron en llegar).

¡Y lo peor es que no ve una luz de paz y esperanza –léase educación de calidad-, que indique el final del túnel!

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