POR: GUSTAVO VALCÁRCEL SALAS
Enrique Rivero Vélez, nació en la ciudad de Moquegua el día que se iniciaba la primavera de 1915. Fue el cuarto hijo de Mariano Orestes Rivero Manchego, notario de la ciudad durante 35 años, y de María Luisa Vélez Fernández Dávila, dama cuya historia familiar es tan antigua como la vid, las bodegas viñateras o el trigo en nuestro valle.
Su primer llanto apagaba el estrépito de los cohetes y avellanas que a escasos metros de su casa los seguidores de Mariano Lino Urquieta reventaban en la plaza de Armas para celebrar su candidatura al Congreso, de quien Orestes fue entusiasta partidario.
Los primeros estudios los realiza en el Centro Escolar 971, llamado después Rafael Díaz, los continúa en el centenario Colegio Nacional de La Libertad.
Posteriormente ingresa a la Universidad San Agustín de Arequipa para seguir la carrera de abogado. Después viaja a Lima donde fue ganado por la práctica del periodismo.
Como aficionado a los deportes fue futbolista, basquetbolista y tenista, deporte este en el que destacó en Arequipa y Lima.
En 1940 trabaja en el Congreso como secretario del senador Raúl Pinto y en 1945 como secretario del senador Manuel Seoane Corrales, destacada figura del periodismo nacional y del Apra.
En 1946 contrae matrimonio con Hortensia (Pilo) Cuadros Bisetti, con quien tendría cuatro hijos. Ese año empieza a trabajar como periodista parlamentario del diario La Tribuna, al que años después llegó a dirigir. En sus artículos con mucha lucidez se ocupó de los más diversos aspectos de la realidad nacional, con un estilo claro, elegante y alturado; Luis Alberto Sánchez lo consideró entre los periodistas más destacados del país. En 1961 fue presidente de la Federación Nacional de Periodistas del Perú.
En 1963 fue elegido diputado por Moquegua y el año 1965 presidente de la Cámara de Diputados. Durante los años setenta se desempeña como secretario académico de la Universidad Federico Villarreal. En 1980 es senador de la República y en 1986 designado embajador en Costa Rica.
Como parlamentario fue gestor de la ley que creó el Colegio Nacional de Periodistas, y entre las muchas leyes que presentó y sustentó en beneficio de su departamento, destacan la creación de la provincia de Ilo, cuya promulgación se interrumpió con el golpe de Estado de 1968, la fundación de la Escuela Normal Mixta que luego dio origen al Instituto Pedagógico, y el de la Corte Suprema de Justicia, que se instaló tres décadas después.
A los diecisiete años, siendo estudiante, se inscribe en el partido Aprista; su lealtad y consecuencia política un tiempo lo llevó a vivir en la clandestinidad y sufrir postergaciones. Después ocupará la secretaría general colegiada y sería uno de los líderes más importantes.
Enrique Rivero Vélez pertenece a esa ya extinguida generación de políticos que ingresaron a un partido al servicio de una doctrina, a la que fue fiel hasta su muerte. Si llegó a ocupar un cargo congresal fue por designio partidario y para luchar desde allí por sus ideas, sin jamás servirse del puesto para beneficio personal. Su participación en la política nacional dignificó los cargos que ocupó.
Hasta sus últimos días batalló incansablemente por los legítimos derechos departamentales, y se hizo presente a través de su voz y su pluma defendiendo la intangibilidad de la propiedad del Colegio y del parque adyacente ante la voracidad obispal.
Fue condecorado con la Orden de El Sol en el grado de Gran Cruz y la Medalla de Honor del Congreso. En Moquegua recibió diversas distinciones de la Municipalidad Mariscal Nieto y de la de Ilo. Fue su voluntad donar la mayor parte de su biblioteca para el Colegio Nacional de La Libertad, hoy Simón Bolívar. Falleció en Lima el 11 de julio de 2011.
En su homenaje un colegio debería llevar su nombre.