¡El Ilo que quiero soñar!

“No existen para ti otras tierras, otros mares. Esta ciudad irá donde tú vayas” – Constantino Cavafis

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POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ

En ciertas fechas: fin de año, aprobación de presupuestos o planes de desarrollo o cuando se celebra un aniversario más de la creación de la provincia, casi todas nuestras autoridades y “lideres” de la sociedad civil, esbozan muy alegremente diversas propuestas en pro del desarrollo y progreso de Ilo…la mayoría de las cuales no resisten un análisis técnico-económico serio.

Y ello, año tras año y más aún en épocas electorales como la que vivimos.

Y sin embargo, por ejemplo, hasta la fecha no se toma  conciencia plena de las posibilidades que tiene Ilo de convertirse en el puerto de entrada y salida de la región sur del Perú y de parte de Bolivia y Brasil, algo que hace más de medio siglo avizoró Manuel Seoane Corrales, (uno de los fundadores del APRA conocido como “El Cachorro”) y más recientemente, (década de 1970) Edgardo Mercado Jarrín en lo que denominó la Guerra de los Puertos: escenario en que los del norte de Chile compiten con los del sur del Perú para captar el flujo comercial boliviano y brasileño.

Por ello en este 49 aniversario eso siempre reivindico todo mi derecho a soñar, a imaginar otra ciudad, otro puerto.  Y sin ser candidato a nada.

Una ciudad que, estando situada en el centro de Suramérica, mira y se proyecta hacia la Cuenca del Pacifico, en donde en el presente siglo el comercio será de gran intensidad. Un puerto que ha sido modernizado y que cuenta para el traslado de carga hacia y desde Brasil y Bolivia, con un moderno ferrocarril, los cuales han generado y generan trabajo y riqueza.

Imagino una ciudad de Ilo vivible, amigable, solidaria, respetuosa del medio ambiente, limpia, higiénica, ordenada, dinámica, colorida, abierta a los nuevas tecnologías y corrientes de opinión, donde no hay lugar para aquellos que Basadre señaló como los tres grandes enemigos de la democracia y el progreso: los Podridos, los Congelados y los Incendiados.

“Los Podridos han prostituido y prostituyen palabras, conceptos, hechos e instituciones al servicio exclusivo de sus medros, de sus granjerías, de sus instintos y sus apasionamientos. Los Congelados se han encerrado dentro de ellos mismos, no miran sino a quienes son sus iguales y a quienes son sus dependientes, considerando que nadie más existe. Los Incendiados se han quemado sin iluminar, se agitan sin construir”.

Imagino un puerto abierto a la cultura, con la más grande biblioteca pública multimedia del sur del Perú, con modernas salas de cine, con las mejores salas de teatro y de eventos culturales, con espacios adecuados y diseminados en toda su extensión urbana, donde los jóvenes pueden desarrollar su inteligencia, su creatividad y su imaginación, con más y mejores museos donde se encuentre depositada, cuidada y expuesta la herencia pionera de las generaciones pasadas.

Imagino al puerto de Ilo como una ciudad educativa: con las mejores universidades de la macro región sur del Perú, con carreras profesionales y técnicas que potencien el desarrollo energético, el desarrollo turístico, la explotación minera y gasífera, los servicios portuarios e informáticos.  Una ciudad educativa que enseña por televisión, por internet, por celular, que forma a sus niños y adolescentes, desde el hogar hasta el aula, en los valores éticos del respeto, de la libertad, de la responsabilidad cívica y de la probidad.

Quiero un puerto y una ciudad que financie proyectos experimentales, en todos los ámbitos de la expresión artística y del pensamiento, proyectos que garanticen la existencia de espacios de riesgo, de prueba y ensayo, y de experimentación en todo tipo de lenguajes artísticos. Si son incómodos y contestatarios, mejor

Imagino una ciudad participativa, integradora de todos los aportes y todos los saberes, con un poder comunal democrático y abierto a la comunidad, con cabildos abiertos, con contraloría social de los ciudadanos, con consultas periódicas a sus habitantes, con plebiscitos electrónicos ciudadanos.

Imagino una ciudad que valora el trabajo de sus habitantes, de sus técnicos, de sus trabajadores, de sus profesionales, con grandes, medianas y pequeñas empresas de mentalidad moderna e integradora, con remuneraciones y condiciones laborales acordes con el esfuerzo, con la innovación, con la creatividad y la perseverancia de quienes crean diariamente la riqueza.

Imagino una ciudad con vocación turística, con oficinas de información turística moderna, dotada de servicios turísticos (hoteles, restaurantes, comercio, albergues) con estándares internacionales de calidad.  Imagino una ciudad con modernas embarcaciones turísticas.

Imagino una ciudad que valora a sus viejos, a sus ancianos, a sus abuelos y bisabuelos y les entrega los medios para que proyecten su sabiduría y su experiencia hacia las nuevas generaciones.

Imagino otra ciudad, otro puerto, otro Ilo.

Veo una ciudad con profesionales a la vanguardia, porque sus gobernantes dieron un mayor impulso a la educación, veo a una comunidad más integrada en favor de las clases menos favorecidas.

El puerto que sueño es una ciudad que sepa que lo importante son las personas, no los edificios que tenga o el tamaño de sus límites.

Quiero un puerto y una ciudad donde las personas puedan crecer y desarrollarse, eligiendo libremente hasta donde quieren llegar.

Quiero un puerto y una ciudad que sepa que la naturaleza es parte de su patrimonio. Un patrimonio único que se debe respetar por no es nuestro, es de nuestros hijos.

Quiero un puerto y una ciudad en la que los ciudadanos sepamos, en cada momento, todos los detalles sobre su gestión. Sobre los problemas que día a día surgen en ella, porque las ciudades son algo vivo, y los seres vivos no siempre funcionan bien. Pero, a los seres vivos nos gusta saber si nuestros médicos son buenos, o no, en solucionar nuestros problemas.

Quiero un puerto y una ciudad donde los políticos no se crean más importantes que sus ciudadanos.

Quiero un puerto y una ciudad donde no se oculten los problemas. Por qué los problemas se solucionan hablando. Y para hablar debemos saber que pasa en nuestra ciudad.

Quiero un puerto y una ciudad donde los vecinos participen activamente en su gestión municipal, porque somos nosotros los que hacemos la ciudad, no la ciudad a nosotros.

Quiero un puerto y una ciudad donde el desarrollo signifique más calidad en la vida y no sea sinónimo de incomodidades y marginación.

Quiero un puerto y una ciudad donde nuestros hijos puedan jugar en parques y jardines cuidados y seguros.

Quiero un puerto y una ciudad donde no se hagan las cosas para tener algo que presentar en las siguientes elecciones, sino que se hagan las cosas porque son buenas para sus ciudadanos.

Quiero un puerto y una ciudad libre, donde los ciudadanos podamos expresarnos libremente y opinar sobre las cosas que nos preocupan, sin que nadie nos diga que no tenemos derecho a quejarnos, y menos aún los políticos.

Quiero un puerto y una ciudad que facilite la vida, para que las personas tengan más tiempo para lo realmente importante: ¡la familia!

En definitiva, quiero una ciudad que apueste por sus ciudadanos y que no viva de espalda a ellos.

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