El futuro entre rieles ¡entre el ayer y el hoy! (I)

“Marco Polo describe un puente, piedra por piedra -Pero ¿cuál es la piedra que sostiene al puente? –Pregunta Kablai Khan. -El puente no está sostenido por tal o cual piedra -responde Marco Polo-sino por la línea del arco que lo forman. Kablai Khan permanece silencioso; reflexiona. Luego agrega: - ¿Por qué me hablas entonces de piedras? Solamente me interesa el arco. Marco Polo responde: -Sin piedras, no existe el arco”. – Ítalo Calvino.

POR: CÉSAR A. CARO JIMÉNEZ     

Cada cierto tiempo, desde hace más de una década, vemos que se realizan eventos de “análisis y propuestas”, respecto a las posibilidades de Ilo y la región Moquegua en cuanto a lo que Mercado Jarrín definió muy acertadamente como la moderna guerra de los puertos, en la revista limeña Caretas: “Al finalizar el siglo XX hemos ingresado a un nuevo tipo de competencia con Chile de carácter económico, de trascendentales consecuencias. O es el eje Tacna-Ilo-Matarani el de proyección del Mercosur a la Cuenca del Pacífico, o, lo es el de Antofagasta-Iquique-Arica, por donde transitarían las mercaderías a un costo mucho más bajo que por Panamá y el Cabo de Hornos.

Sin embargo, aún seguimos corriendo en el mismo sitio. Lo único que cambia son los lugares donde se realizan los mismos, las autoridades y los espontáneos que opinan sin ton y son, sobre temas portuarios y ferroviarios que desconocen, sin recibir ningún tipo de orientación de las entidades que en el papel son especializadas, como por ejemplo la Autoridad Portuaria Nacional, que es un invento atípico peruano al no ser ni administradora ni propietaria de ningún puerto, como es el caso en otros países, a lo que suma que en todos los años de su existencia prácticamente no ha aportado nada al desarrollo del sistema portuario nacional.

Y lo que es peor aún, al ser un país sin objetivos nacionales, regionales o locales plenamente aceptados, cada uno de los protagonistas – autoridades nacionales, regionales o locales–, pretenden, la más de las veces, imponer su visión, o mejor diríamos su ceguera, como en la fábula de Saxe, descuidando la eficiencia del todo. (La alegoría “Los Ciegos y el Elefante” relata que seis ciegos en el Indostán se acercaron a un elefante con la intención de conocerlo y definirlo. El primero chocó con su sólido y pesado costado, afirmando:  «Es una pared».  El segundo palpó uno de sus colmillos, sentenciando: «Es una lanza». El tercero tropezó con su trompa, diciendo: «Es una serpiente». El cuarto recorrió su pierna, exclamando: «Es un árbol». El quinto siguió los contornos de una oreja, describiendo: «Es un abanico». El sexto alcanzó su cola, pensando: «Es una soga».   La moraleja de este relato reside en que los ciegos nos enseñan que uno puede tener la razón sobre una parte de algo, pero estar equivocado de todas maneras en cuanto a la visión de conjunto.

Que es lo que viene ocurriendo desde hace buen tiempo en cuanto las posibilidades reales de Ilo y la región, que como muy pocos lugares en el mundo, tiene en su ámbito grandes empresas produciendo riqueza, la cual muy bien podría incrementarse en la medida que se logre implementar un pacto social entre el sector privado, el público y la sociedad civil, dejando de lado los resentimientos, los dogmas y la  miopía política e intelectual tanto de los que se autodenominan derechistas como izquierdistas, entendiendo con Octavio Paz que “la contribución de Marx (hablo del filósofo, el historiador y el economista, no del autor de profecías que la realidad ha hecho añicos) ha sido inmensa pero su suerte ha sido semejante a la de Aristóteles con la escolástica tardía: la grey de los sectarios y los fanáticos ha hecho de su obra –viva, abierta y felizmente inacabada—un sistema cerrado y autosuficiente, un pensamiento muerto y que mata”, el cual ha sido superado incluso en la China del caduco Mao, por la expresión de Den Xiaoping: “¿Qué importa si el gato es blanco o negro, con tal de que cace ratones?”.

Y en nuestro caso dejemos de lado nuestros pequeños chauvinismos, soberbias y egoísmos y procuremos establecer alianzas, acuerdos o convenios que permitan: que el Gobierno Regional, conjuntamente con la Municipalidad Provincial de Ilo, la APN y las grandes empresas de la zona, logren el apoyo técnico de algún país o Autoridad Portuaria de preferencia europea, para hacer un diagnóstico técnico y justo de las posibilidades reales de Ilo y la macro región sur.

Y en dicho esquema no me cansare de pensar en el transporte (tren) y su infraestructura (puerto) en términos de futuro y competitividad. Nunca perdamos de vista que lo que concebimos y hacemos hoy repercutirá inexorablemente mañana. Elevemos entonces las miras, agrandemos el zoom de nuestras concepciones, porque no hay peor ciego que el que no quiere ver, aunque se trate de descubrir a un elefante. Y el elefante en este caso es el Grupo México y su división ferroviaria Ferromex, a cuyos directivos –entre los que se halla el hijo del principal dueño, don Germán Larrea Mota Velasco–, puedan visitar nuestra región teniendo como norte el construir un espacio económico en el que ganemos todos, atreviéndome a proponer como anfitrión por sus condiciones personales y conocimientos a don Óscar Valdés Dancuart.

Respecto al rumor de una posible inversión china en cuanto al tren y el puerto, tengo mis suspicacias, esencialmente por varios motivos. Uno geopolítico, porque no creo que sea adecuado que de una u otra manera seamos arrastrados a los previsibles enfrentamientos económicos que se van a dar entre EE.UU. y China, por el control económico y abastecimiento del cobre, cuya demanda se cree que crecerá vertiginosamente en los próximos años. Y en dicho panorama no olvidemos que el Grupo México aparte de ser en parte una empresa norteamericana de dueños mexicanos (SCC), cuenta con dos e incluso tres ventajas primordiales: un puerto y una vía férrea subutilizada pero que llegado el caso podría ser parte de un futuro tren interoceánico, bajando costos de inversión en el lado peruano, dado que tanto los ramales que llegan a Cuajone como a Toquepala, –por rutas en la que la pendiente es menos pronunciada—son relativamente cortas. Dicho en pocas palabras: los costos de inversión serían mucho mayores para cualquier empresa que no sea el Grupo México.

¡Tendría que invertir o gastar en cifras gruesas, un mínimo de 7,000 millones de dólares entre Ilo y Desaguadero en la vía férrea de acuerdo a lo señalado por un estudio del MTC; otros 3,600 millones en un terminal portuario como en Chancay, además de una cantidad similar en locomotoras, ¡vagones, equipos, etcétera! Costos que posiblemente se incrementarían, considerando que casi en todas las rutas que pudieran escoger, las pendientes y geografía es más abrupta que la que tiene el ferrocarril de la SPCC, aparte de que tendría que negociar el derecho de paso o de uso, al estar concesionados al grupo mexicano casi todos los terrenos del departamento. (Continuará)

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