POR: CÉSAR A. CARO JIMÉNEZ
Hoy en día, la gran mayoría de los historiadores y economistas, coinciden en que un factor decisivo en el crecimiento depende, aparte de otros factores, de la actitud de los sujetos económicos. Es decir: ¡de la manera de ser y pensar de los hombres!
Factor que quizás explique en gran parte por qué el Perú, no obstante, sus considerables riquezas naturales, siga siendo ese país que mereció que Raimondi expresara que “era un mendigo sentado sobre un banco de oro”. (Frase que muchos repiten hasta con orgullo, sin reparar en lo insultante de la afirmación, dado que vale y pase cuando el pordiosero está incapacitado física o mentalmente, pero no cuando su situación es producto de la incapacidad, la desidia o la pereza).
Sin embargo, si no queremos continuar siendo el mendigo de Raimondi, o el país de las oportunidades perdidas de Basadre, debemos recuperar en algo el espíritu de Gonzáles Prada, diciendo en voz alta cuanto parezca necesario y justo, hiera los intereses que hiera, subleve las iras que subleve…
Porque lo que hoy está en juego es algo más que los beneficios de determinados grupos sociales o ciudades. Lo que está en juego es una opción de desarrollo macro regional, que viene siendo frustrada desde hace muchas décadas por la miopía o granjerías de unos cuantos, que en función de su bienestar egoísta vienen impidiendo construir una alternativa real de progreso en función de los chauvinismos locales, los cuales muchas veces se entrelazan con los de los países vecinos al embarcarse en absurdos como pretender construir un puerto en Corío, olvidando que todo proyecto o actividad económica, además de tener el capital y la tecnología necesaria debe tener un mercado en el cual colocar, trayendo o llevando productos, a costos adecuados, con rapidez y seguridad, respecto a sus competidores directos, los que cuentan con otros factores que influyen e influirán—por ejemplo en el caso de Corío–, que además de no tener la posibilidad de operar cargas de magnitud, no contaría con el respaldo de una compañía de barcos como ocurre en el caso de Chancay, que ha recibido una fuente inversión de una naviera china que le brinda el respaldo logístico, o como el caso de los puertos chilenos que cuentan con el respaldo de la Compañía Sud Americana de Vapores (CSAV), socia de la naviera alemana Hapag-Lloyd, compañía que dicho sea de paso, ganaría cerca de tres mil millones de dólares anuales por prestar servicio a los puertos del litoral peruano. Pregunto: ¿en el supuesto negado por la falta de carga en la cantidad necesaria, que Corío llegará a construirse qué compañía naviera le brindaría respaldo logístico?
Por ello no caigamos en la ingenuidad de pelearnos por puro viento. Los puertos por si solos no son solución o la alternativa correcta para alcanzar mejores niveles de vida en toda la región macro sur, algo que se debe entender también en Arequipa que quiere, instigados por ciertos intereses de los dueños de los terrenos aledaños a Corío. Dejemos de lado soberbias y vanidades localistas y tratemos de tomar conciencia que insistir en absurdos sin tener en cuenta todas las variables puede convertirse en sólo otra forma del fracaso, si olvidamos cuáles deben ser nuestras prioridades, como país y como región…
Y preguntémonos también si está en condiciones de competir el Perú con Chile en cuánto a ofrecer mejores alternativas a Bolivia y Brasil, para que ambos utilicen los puertos del sur peruano para sus importaciones y exportaciones. Intentemos hallar la respuesta y para ello analicemos algunas variables económicas e históricas.
Y así veremos que el Perú, al contrario de Chile, en la década pasada siguió a pie juntillas las recetas impulsadas bajo el designio del Consenso de Washington y del G7, que se apoyaba en tres grandes bases: en primer término, en una política macroeconómica sana, es decir: baja inflación, contención al máximo del déficit presupuestario y cuentas externas equilibradas. En segundo lugar, se aconsejaba a los países abrir sus economías y seguir el camino de la liberalización comercial y financiera. El tercer elemento consistía en privatizar y desregular la economía y promover el rol del mercado y reducir el rol del estado. ¡La planificación estatal se convirtió en un pecado…!
El Perú, repito, siguió casi a la letra la receta y entre otras medidas: se privatizaron casi todas las empresas estatales las cuales fueron compradas en su mayor parte por extranjeros, entre los que hay, no nos olvidemos, capitales de origen chileno. Y ello porque en tanto en nuestro país se abría sin restricción alguna la puerta a la inversión extranjera, nuestro vecino sureño protegía y protege, cabe agregar, al empresario privado chileno y la intervención estatal en el mercado, a tal punto que no privatizaron, –entre otras–, empresas como Codelco, que es la empresa productora de cobre más grande del mundo, la cual además permite vía un porcentaje de sus ganancias, que las fuerzas armadas chilenas cuenten con recursos para su constante modernización.
Por otra parte, en tanto Chile tiene objetivos nacionales aprobados de desarrollo desde hace varios lustros, el Perú carece hasta hoy de ellos. Y en torno a esto último cabe una pregunta: ¿Creen que alguna de las grandes empresas existentes hoy en el Perú, con su producción orientada al exterior les puede interesar el país más allá de sus intereses empresariales? Les importa crecer a costa del Perú sin esforzarse en su desarrollo.
Y acá cabría unas preguntas: ¿estaría el Estado Peruano en condiciones de invertir para modernizar y potenciar a la brevedad posible el puerto de Ilo? Y por favor: no pensemos en que la salida está en la concesión a una empresa privada, que dicho sea de paso podría ser triangulada por intereses económicos de terceros, con los fines que podemos imaginar o calcular.)
¿Estaríamos, tanto el Estado como el peruano común en la posibilidad de aceptar una empresa Perú-boliviana, o Perú-Bolivia-Brasil, ¿para modernizar, potenciar y administrar el puerto de Ilo? No lo creo, porque la gran mayoría vive en el reino de la leyenda y de los trágicos heroísmos. Son incapaces de hablar o imaginar el futuro, porque el futuro no despierta en ellos la misma pasión que su historia, plena en grandes luchas, divisiones y conflictos. ¿Cuándo empezaremos a seguir el ejemplo europeo, que a pesar de haber sufrido crueles y nefatas guerras ante las cuales palidecen nuestros conflictos regionales, hoy en día están construyendo un entorno que hace verdad la observación de Renán respecto a que uno es francés, o alemán, por casualidad, pero ser humano por necesidad…?
Pero en tanto ello ocurra, conveniente intentar que todos los habitantes de los pueblos de la macro región sur comenzar a armar un nuevo modelo de desarrollo. Un modelo en el que se tiene que comenzar por aceptar como polo o centro de desarrollo a Ilo, por su condición de puerto con ventajas comparativas respecto a las demás ciudades de la macro región.