POR: ANGÉLICA ESPINOZA ORTIZ
Desde el inicio de la civilización, las normas han sido una constante. Sin embargo, a lo largo del tiempo, en lugar de fortalecerlas y adaptarlas al desarrollo, hemos optado por desafiarlas, trayendo consigo dolores y sufrimientos innecesarios.
¿Cómo preparar a nuestros hijos para el respeto de la ley? Cuando miramos por primera vez el rostro de nuestro hijo, nos comprometemos a brindarle lo mejor para su felicidad. Sin embargo, a menudo pasamos por alto un aspecto crucial: al permitir pequeñas desobediencias hacia sus padres o familiares, estamos sembrando la semilla para futuras faltas de respeto a la autoridad.
Cuando un niño trata con falta de respeto a sus padres u otros, se arriesga a tener relaciones conflictivas en el futuro. Al tolerar pequeños actos de agresión hacia sus compañeros o el robo, sin una educación adecuada, estamos predisponiéndolos a tomar decisiones erróneas en el futuro.
Como adultos responsables de la crianza, tenemos un papel fundamental en la formación de sus valores y comportamientos. Es esencial establecer normas claras tanto en el hogar como en la sociedad. No debemos subestimar su importancia ni pensar que son simples formalidades.
Las normas son tan esenciales como los valores que transmitimos. Permitirles todo y satisfacer todos sus deseos no es un acto de amor, sino un acto de egoísmo, ya que su mundo no se limitará a la familia, sino que también interactuarán con personas que no tolerarán ciertos comportamientos.