¿Corriendo en el mismo lugar?

“Una gran ciudad no debe confundirse con una populosa” – Aristóteles.

POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ     

Pocos departamentos en nuestra patria tienen las peculiares características que encontramos en Moquegua, en donde existen dos ciudades muy similares en tamaño, pero muy distintas en otros aspectos, como ver que en tanto la ciudad capital tiene relativamente más sentido de historia, identidad y tradiciones, –cada vez menos, por cierto–, que Ilo, pero es menos urbe en lo que respecta a movimiento económico y desarrollo social.

Es más, se podría decir, utilizando los conceptos de Alvin Toffler que en nuestra región coexisten en cierta forma en su estrecho marco territorial, las condiciones previas a las tres olas a las que se refiere en sus teorías: la agrícola, la industrial, la informática, a las cuales yo agregaría una cuarta en pleno desarrollo, como es la denominada Inteligencia Artificial, que ya se está aplicando en ciertas áreas tanto de Anglo American Quellaveco, como en Southern Peru, grandes empresas que tienen una dinámica en todos los sentidos muy superior al resto de actividades sociales y económicas de la región.

Ahora bien: ¿qué es lo que marca el comienzo del crecimiento, –me resisto a llamarlo desarrollo–, de Ilo y en menor medida de Moquegua? …Queramos o no aceptarlo el inicio de las operaciones, allá por el año de 1956 de la SPCC, a las cuales se sumó años más, años menos en el caso de Ilo, la pesca industrial. Actividades que ocasionaron sin lugar a dudas muchos perjuicios que, por bien conocidos, está demás señalar…pero cabe también precisar que trajo consigo nuevos trabajos y una forma diferente de administrar e incluso nuevas formas de ver y encarar la vida. Trabajos y filosofía que permitió que llegarán a la zona profesionales de calidad que con el correr del tiempo permitieron que Ilo que tenía en su ámbito la fundición, y el terminal portuario que dio lugar a la construcción del hoy distrito de Pacocha, sea tan diferente de Moquegua, ¡Y cuidado, digo diferente no mejor, porque mil veces prefería que sean ciudades pequeñas, pero con buenos servicios, adecuada infraestructura y un ambiente ecológico amigable!

En cambio, la ciudad capital muy lejos de Toquepala en aquellos años desprovista hasta hoy de mayor inversión privada languidecía  –y en cierto modo, aún lo hace–, imbuida en líos casi caseros en torno a las actividades de su mayor empleador: el sector público, lo que se puede apreciar en el hecho que desde hace varias décadas cada aniversario es más de mismo, pura fanfarria e imitación barata a tal punto que quizás con alguna excepción, los alcaldes parecen antes que autoridades, que diseñan el desarrollo o proponen rutas a seguir, promotores de espectáculos con la complicidad de las grandes empresas que financian sus desatinos, porque al fin y al cabo los menos que quieren en un análisis crítico respecto a lo que se podría hacer en la ciudad capital, para que sus habitantes se beneficien durante todos los años que extraigan recursos no renovables. (Y ojo: con las nuevas políticas laborales, sobre todo el laboral 09 días por 05 de descanso, es harto difícil que los trabajadores tanto de Cuajone, como de Quellaveco, en los que hay pocos moqueguanos, inviertan mayormente en Moquegua (casas y /o departamentos). Preferían hacerlo en otras ciudades como Arequipa, Tacna, Lima, etcétera.

Y si a dicho panorama, agregamos que no hay propuestas, que no hay liderazgos…que solo hay desinformación y propuestas iracundas el panorama no es muy halagüeño haciéndome recordar una fábula que refleja claramente la idiosincrasia moqueguana y nacional: “Hay dos barriles con miles de cangrejos, uno cerrado y otro abierto. ¿Por qué uno de ellos está cerrado y el otro no? Por qué, simplemente porque en el cerrado están cangrejos de otros lugares, que de permanecer abiertos los mismos escaparían ayudándose entre todos para salir o escapar, en tanto que el abierto está lleno de cangrejos peruanos que en caso de tratar de salir serían obstaculizados por sus iguales impidiéndoles salir “.

Espero que los moqueguanos tarde o temprano sabrán en algún momento distinguir los que les conviene como colectividad, más allá de los intereses mediatos de ciertos señores y señoras que agitan las pasiones colectivas, conocedoras que las mismas son sordas y ciegas. Tratemos de recobrar o trazar un sendero, que nos permita construir un futuro pleno de igualdad que no permita que se repitan errores sociales, ecológicos y económicos, como el haber construido tantos hoteles y pensar absurdos como creer que Moquegua puede hallar el soñado desarrollo en el turismo.

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