Cerro Baúl: un tesoro al descubierto y una aventura por recorrer

POR: ROSI MERY MERMA LOZANO

Nadie pernocta en la cima del Cerro Baúl. Los restos arqueológicos y ruinas preincas allí encontrados permanecen custodiados por la empinada geografía del macizo y los guardianes que cuidan su acceso en la Boletería de la Zona Arqueológica del Cerro Baúl

El complejo arqueológico conocido como Cerro Baúl, se encuentra en el distrito de Torata, provincia de Mariscal Nieto de la región de Moquegua; a una altura de 2 600 metros sobre el nivel del mar.

El poblador moqueguano tiene la costumbre de mostrar a sus visitantes, sin ningún intento de ocultar su orgullo, el imponente Cerro Baúl: ¿Ves su forma?, suelen preguntar. Y es que el Cerro Baúl tiene ese nombre a causa de su morfología, que asemeja a un baúl quizá, por eso su fácil recordación.

Todo poblador o visitante de Moquegua ha visto u oído del cerro Baúl, pero no muchos conocen el valor cultural e histórico del famoso cerro: hay vestigios y ruinas que indican que la cultura Wari llegó hace alrededor de 1500 años al valle de Moquegua y se asentó en la cima de este cerro por ser un punto estratégico de control político.

El arqueólogo Hamilton Obregón, coordinador responsable de Guiado y Orientación al Turista, cuenta que en la cima del cerro Baúl se asentó la cultura Wari, mientras que en las faldas del cerro y valles que lo rodean se hallaron restos de las culturas Tiwanaku y Estuquiñas.

Hace más de 3 años, la municipalidad distrital de Torata ejecuta un proyecto para poner en valor el antiguo descubrimiento arqueológico; lo que ha permitido continuar la investigación arqueológica, construir graderías y caminos, techados para proteger los restos encontrados y un futuro Centro de Interpretación.

El reto físico de subir las graderías y caminos por alrededor de hora y media para llegar a la cima, sumada a la experiencia de observar insitu restos de las culturas que atesora el Cerro Baúl son la promesa de un nuevo atractivo cultural y turístico de talla mundial.

MIRADORES

Casi al llegar a la cima del cerro, el visitante encontrará los miradores Yacango, Torata y Tumilaca que permite observar los valles que rodean al macizo.

Ya en la cúspide del cerro, en un área de ocho hectáreas se observa muros de piedra que sobresalen de la tierra, la mayoría de ellos de aproximadamente 1.5 metros de alto. Las líneas que dibujan estas paredes milenarias, esconden una ciudadela con muros de más de 5 metros de alto.

“Estamos descubriendo poco a poco los vestigios, tenemos que hacerlo con cuidado para preservar y proteger”, sostiene el arqueólogo Obregón, mientras recorre a paso lento el complejo arquitectónico.

TEMPLOS

El templo que más llama la atención es probablemente el Templo Arundane; allí se encontraron brazos y piernas humanos diseminados. Según cuenta Obregón, en este templo la cultura Tiwanaku enterraba los cuerpos de las personas y esperaban a que llegue a un grado de descomposición para desmembrar las extremidades y colocarlas en diferentes lugares del templo.

“No podemos decir que esta cultura fue sanguinaria o sádica, esta costumbre solo era parte de su cosmovisión” añade el arqueólogo. Antes de ser puesto en valor al Cerro Baúl llegaban pobladores desde diferentes partes de la región a dejar sus ofrendas, construyendo cientos de pequeñas ofrendas “alasitas” en toda la cima.

Otros templos que se pueden observar son el Pichu Pichu y el templo en “D”. También una construcción de dos niveles donde se alojaba la realeza Wari.

DATOS

Destino seguro

El Cerro Baúl tiene el Sello Save Travels. Ante de iniciar el recorrido el turista pasa por las medidas de bioseguridad para reducir el contagio de la Covid-19 y recibe las recomendaciones del personal especializado del complejo arquitectónico.