POR: GUSTAVO PINO
La Universidad Nacional de Moquegua (UNAM) enfrenta una preocupante realidad en su producción editorial, lo cual plantea serias interrogantes sobre la dirección de sus fondos y la capacidad de su personal encargado. Aunque cuenta con un número considerable de publicaciones académicas y literarias en su haber, según el ISBN —sistema internacional de numeración de libros— la última data corresponde al 2022, lo que deja entrever una brecha significativa en su producción intelectual. Por otro lado, sorprende que la Universidad José Carlos Mariátegui (UJCM), una institución sin licencia institucional, haya logrado publicar un libro reciente en enero de 2024, lo que subraya una desconexión preocupante entre la capacidad de producción intelectual y el cumplimiento de los estándares de calidad institucional.
La importancia de los fondos editoriales para las universidades no puede subestimarse. Estos fondos son esenciales para la difusión del conocimiento generado por la comunidad académica, beneficiando no solo a la comunidad universitaria sino también a la sociedad en general. En el caso de la UNAM, la falta de continuidad en su producción editorial pone en tela de juicio la gestión de estos recursos y la eficacia del personal encargado. Esto plantea la inquietante pregunta: ¿a dónde se están dirigiendo estos fondos? ¿Se trata de una incapacidad del personal encargado de gestionar los proyectos editoriales o hay otros factores en juego?
El reciente caso de la UJCM añade una capa de complejidad a esta cuestión. A pesar de que la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU) denegó la solicitud de licenciamiento a esta universidad debido al incumplimiento de las Condiciones Básicas de Calidad (CBC), la UJCM logró publicar el libro “Construcción de un sistema de generación eléctrica utilizando energía hidráulica de la red de agua potable” en enero de 2024. Esta situación contrasta marcadamente con la UNAM, una institución licenciada que no ha publicado desde 2022.
Recordemos que la decisión de la SUNEDU para denegar la licencia institucional a la UJCM se basó en varias deficiencias graves, incluyendo la incapacidad de los docentes para gestionar proyectos de investigación según lo planificado y una baja ejecución presupuestal en investigación, con solo un 21.88% en 2018 y un alarmante 6.74% en 2019. Esto no solo compromete la sostenibilidad y continuidad de la actividad investigadora, sino que también refleja una falta de compromiso institucional con la investigación como pilar fundamental de la función universitaria.
La paradoja se intensifica al verificar que la última publicación científica de la UNAM fue en 2023. Si bien esta universidad cuenta con la revista Sincretismo, editada por la Dirección de Innovación y Transferencia Tecnológica de la UNAM, y de publicación semestral de acceso abierto que busca difundir investigaciones en el campo de las Ciencias Sociales, abarcando una amplia gama de temáticas relacionadas con la investigación científica y la cultura, resulta un esfuerzo plausible pero no meritorio de acorde a las exigencias de un fondo editorial de una casa superior de estudios.
Sin embargo, la comparación con la UJCM resalta una aparente desconexión en la gestión de los fondos y recursos destinados a la producción editorial en la UNAM. Mientras que una universidad sin licenciamiento logra mantener una actividad editorial, la UNAM, con todos los recursos y el respaldo institucional, parece estar luchando por mantener un flujo constante de publicaciones. Esto sugiere una necesidad urgente de reevaluar los procesos y prácticas relacionados con la gestión de fondos editoriales en la UNAM, asegurando que estos recursos se utilicen de manera óptima y transparente.
La situación de la UJCM, aunque desconcertante, también pone de relieve las diferencias en la gestión y el enfoque institucional entre las universidades públicas y privadas en el Perú. La UJCM, a pesar de sus deficiencias y la falta de licencia, ha demostrado una capacidad para seguir produciendo y difundiendo conocimiento. Esto plantea serias preguntas sobre la equidad y coherencia en la aplicación de las regulaciones universitarias, y destaca la necesidad de una supervisión más rigurosa por parte de la SUNEDU.