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22 noviembre, 2024 6:34 am

“Yo debo acusar, yo acuso” 190 años

Por: Edgard Norberto «Beto» Lajo Paredes

Hugo Neira ha escrito el libro “Bicentenario Perú. Dos Siglos de Pensamiento de Peruanos” (Primera edición 2021, Universidad Ricardo Palma). A manera de prólogo, el Dr. Iván Rodríguez Chávez, Rector, con el rótulo “La Continuidad como Realidad y como Pensamiento”, escribe: “Hugo Neira logra objetivar su visión, pero lo hace no expresando él mismo sus ideas, sino dándoles la palabra a cada uno de los autores que ha seleccionado y en cuyos textos encuentra que allí está lo que él piensa y deja de decir expresamente. Por eso él ha optado por darle cuerpo y alma al libro construyendo una antología; resultado de un trabajo riguroso que evidencia sistematización, periodización, un enorme conocimiento de fuentes y un docto y acertado criterio de selección” (p. 21).

Ahí encontramos el “Discurso pronunciado por Francisco de Paula González Vigil, el 8 de noviembre de 1832, acusando a Gamarra por infracciones a la Constitución” (p. 105).

En el texto citado, se lee: “Moción: Y en cuanto a las infracciones detalladas por el Consejo de Estado, y por la Comisión, la Cámara acusa ante el Senado al presidente, vicepresidente de la República; y a los ministros de Estado que las han autorizado en sus respectivos Departamentos, en cumplimiento del artículo 22 de nuestra Constitución, pasándose al efecto el expediente original, después de quedar copia certificada en esta Secretaría”. (p. 105). Una advertencia: “Como quiera que en 1832 nuestra carta fundamental aún no establecía la irresponsabilidad del presidente por actos de administración, en la Cámara de Diputados se levantó la voz de Francisco de Paula González Vigil, diputado por Tacna, para fustigar al Jefe de Estado por haber infringido la Constitución. Los principales cargos consistieron en haber doblado la tasa del papel sellado (elevó su costo), haber disuelto la Junta Departamental de Lima (sin el procedimiento de ley) y haber expatriado a un ciudadano sin el debido proceso (sin juicio). Vigil, que abandonó la Presidencia para ocupar su escaño habitual, pronunció un ejemplar sermón cívico, de dignidad patricia y gran elevación democrática”. (p. 104).

Aquí las palabras de González Vigil, aún retumban a 190 años de haber sido proferidas: “El catálogo de infracciones, que de orden de las Cámaras ha presentado la Secretaría, contiene algunas que, a juicio de muchos señores no merecen ser consideradas, y de las que, con meditado empeño, se procura hablar en ademán de ironía, para que recayendo sobre todas ellas el descrédito, se tenga no sólo por injusta la acusación, sino también por extravagante y aún ridícula” (p. 105); agrega “Se podría decir que en la Constitución nada hay pequeño, que todo es en ella grande y sagrado, porque todo es constitucional” (p. 105); pregunta “¿quién ha dicho, ni quién ha podido decir que para el acto de acusar se necesita haber probado previamente los crímenes de que se va a acusar?… La notoriedad de los hechos es más que suficiente no sólo para que la Cámara de Diputados pueda entablar la acusación, sino también para que la de Senadores declare que ha lugar a formación de causa”. (p. 106).

El Diputado tacneño, ensaya un razonamiento de los opositores a la acusación: “Los señores de opinión contraria discurrirán de otra manera: yo debo acusar por infracciones de Constitución; estas infracciones son efectivas, luego no tengo obligación de acusar; o más preciso y sencillamente: yo debo acusar pero no quiero, y ¿por qué? porque no conviene; de por medio están la responsabilidad del Gobierno, la paz doméstica y la salud del pueblo” (p. 107), añade “somos los principales celadores de la inviolabilidad de nuestra carta. Más, desde luego que se descubran las infracciones de ésta, es deber nuestro acusar, sin que con esto se menoscabe la dignidad del jefe de la nación” (p. 107); enfáticamente, dice: “La paz: ¡puede haber paz en el desorden! O puede haber orden en el olvido de las leyes” (p.108); dirigiéndose a los diputados, invoca “Si todos a una dijésemos: acusamos al Ejecutivo por infractor de la Constitución. ¡Qué respetables seríamos a la faz de todo el mundo! (p. 109); termina “Representantes del pueblo, no dejéis marchar la impunidad coronada… La nación nos está mirando en este instante y aguarda nuestra resolución para cubrirnos de gloria ó de ignominia sempiterna… que sepa mi patria y sepan también todos los pueblos libres, que cuando se trató de acusar el Ejecutivo por haber infringido la Constitución, el diputado Vigil dijo: Yo debo Acusar, Yo Acuso” (p. 109 y 110)

Recomendamos la lectura del libro mencionado, ello forjará nuestra conciencia y hará legítima nuestra acción de ciudadanos. El discurso citado, debe ser conocido por los Congresistas, analizado por los estudiantes de derecho y leído por los ciudadanos y ciudadanas, cumple 190 años, motivo a conmemorar.

Análisis & Opinión