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¡Y llegamos al Bicentenario!!!

El nuevo gobierno tiene la responsabilidad de consensar políticas públicas para lo inmediato y largo plazo. Empezar con la premisa que los modelos neoliberales y estatistas no sirven para el actual contexto de crisis que el Covid-19.

POR: JORGE ACOSTA ZEVALLOS (ECONOMISTA DEL CEM)    

Hace 20 años comenzamos a hablar de prepararnos para llegar bien al Bicentenario. Para algunos el sueño era lograr la segunda independencia y en otros lograr ser un país considerado desarrollado o en vías de serlo. Eran muchos lentes y en esencia un solo deseo, que el futuro sea diferente y de gran bienestar.

Atrás quedaba el gobierno de Fujimori que exponía que había logrado la inserción del país en la economía internacional y derrotado al terrorismo, privatizado las empresas y cambiado la Constitución y se negaba a recocer el manejo autoritario de su gobierno plagado de corrupción y agresión a los derechos humanos.

La mirada del futuro era más optimista por parte de la ciudadanía y ella se plasmaba en los planes estratégicos que proponían una visión al año 2021 año del Bicentenario. Se elaboró “El Acuerdo Nacional”, las reformas, grandes obras y hasta festejos para ese año. Si la independencia fue la autonomía política, el bicentenario debía ser la autonomía económica: un país industrializado con pleno empleo, una agricultura moderna con alta productividad y calidad, ciudadanos honestos, con salud y educación elevada.

LOS AVANCES

Se tomaron en el interregno varias iniciativas; en descentralización y regionalización se consultó la formación de las regiones, no se cristalizo y se crearon los gobiernos regionales en base a los departamentos. Se propuso la prioridad presupuestal para la Educación y Salud y mejorar la captación tributaria. En lo ambiental se doto de normas como los estudios de impacto ambiental y los programas de adecuación. En lo económico el canon y posteriormente las regalías eran reales ingresos para las regiones.

El gasoducto sur andino era diseñado para que el gas sea de utilidad para la seguridad energética y la industrialización del mismo. Los puertos eran más frecuentes en el comercio exterior y la moneda se estabilizo con referencia al dólar.

Los presupuestos comenzaban a verse por resultados y cierre de brechas. Se apertura nuevas minas ante el boom minero. El gobierno nacional, departamental y local incrementaron sus ingresos y obras. La mujer logra mayores derechos ante la violencia.

Se avanzó en irrigaciones para agro exportación. El Banco central decide autónomamente, la inflación se frena y el tipo de cambio se estabiliza. La clase media se incrementa y los créditos de consumo se incrementan. Acontecen más hechos, sin embargo, todo era anárquico y los acuerdos concertados de planificación no marchaban hacia la visión propuesta. Ocurren varios fenómenos que lo corroían.

EL TRANSITO

Desde ese tiempo hasta la actualidad mucha agua ha pasado bajo el puente. Políticamente nuestras instituciones no lograron consolidarse y los mecanismos de la corrupción se reinventaron para contaminar todos los niveles del Estado. Económicamente, siguió vigente la estructura primaria exportadora, no alcanzamos la industrialización y productividad en el campo. Y a pesar del gran boom minero no ha devenido en diversificación productiva descentralizada. Socialmente la distribución del ingreso ha sido desigual perdurable y ambientalmente no se cumplen totalmente la normatividad vigente.

Los gobiernos nacionales, regionales y locales en general no marcaron diferencia en resultados, muchas de sus autoridades están sentenciados penalmente. La educación se elevó sus indicadores, pero internacionalmente seguimos abajo.

La pandemia del Covid 19 nos escaneo y realmente estábamos mal en salud, las micro empresas eran informales y perecibles. La letalidad y contagio sobre mil de los habitantes nos colocó entre los más afectados en el mundo. Somos actores del sueño frustrado, quisimos ser mejores y estamos mal. Siguió la crisis política por el intento de desconocer la voluntad electoral de los ciudadanos. Llegamos al Bicentenario desarmados y con mucha voluntad de seguir apostando por el cambio.

QUE NOS QUEDA

Hoy nuevamente tenemos la oportunidad de proponer salidas al caos. Se requiere refundar la Republica con una nueva constitución que allane los cambios transcendentales. El Estado no puede ser solo un actor de segundo orden en la vida del país. Su rol debe ser de director, regulador y planificador del desarrollo haciendo que la economía de mercado diluya los monopolios y oligopolios y asegure las oportunidades y competitividad a más empresarios.

El nuevo gobierno tiene la responsabilidad de consensar políticas públicas para lo inmediato y largo plazo. Empezar con la premisa que los modelos neoliberales y estatistas no sirven para el actual contexto de crisis que el Covid-19. La propuesta nace la necesidad misma, la atención integral de la política, economía, sector social y ambiental para recrear el cómo logramos la igualdad de manera permanente.

Los acuerdos y consensos deben responder a las tendencias internacionales exitosas, que no son teóricos sino pragmáticas, que combina el mercado de competencia con la regulación presente de Estado. El gobierno debe asegurar las políticas públicas que universalizan la salud y la vacunación, la educación y servicios para todos con calidad, que atrae la inversión sosteniendo la bioecología, que le da confianza financiera con autonomía del Banco Central para el libre tipo de cambio y los precios. Todo esto y mas no será nada si seguimos teniendo partidos políticos y políticos corruptos. Debe emerger una nueva clase política honesta, profesionalizada y con gran sensibilidad social.

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