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24 noviembre, 2024 6:14 pm

¿Y dónde está el detalle…?

“La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimientos, sino el hecho de negarse a adquirirlos” – Karl Popper

POR: CÉSAR A. CARO JIMÉNEZ   

En estas últimas semanas podría decirse que la curiosidad e interés público en gran parte del país y de nuestra región ha girado, –aparte de los “relojitos” y “joyitas” –, de doña Dina, en torno a dimes y diretes en cuanto al “meguita” puerto de Chancay y la explotación de los recursos cupríferos en el marco de un modelo económico que a decir de sus adalides ha permitido “crecer” al Perú y que nuestro caso a partir de la entrada en operaciones de Quellaveco, ha incrementado sustancialmente los recursos que Moquegua recibirá este año por concepto del 50% del impuesto a la renta y regalías mineras, lo que viene arrancando grandes sonrisas y constantes frotaciones de manos a casi todas nuestras actuales autoridades, que poco o nada hacen para analizar integralmente la problemática, contentándose con nombrar para ciertos casos,  sendas comisiones sin mayor capacidad, información y criterio.

Así, por ejemplo, en el caso de Chancay, aceptan a rajatabla todo lo relacionado a sus futuras operaciones, atreviéndose a creer que el citado terminal por sí solo captará la mayoría de las exportaciones e importaciones tanto del sur como del norte de sur américa, sin considerar para nada los varios lustros de relaciones comerciales entre diversas compañeras navieras competidoras entre ellas y con diversas alianzas con distintos terminales portuarios  que tienen una serie de ventajas sobre Chancay, como tener, –por ejemplo “costos hundidos”—y viejas relaciones que el nuevo terminal no podrá igualar en la medida que tiene que recuperar la inversión lo que se reflejará en los costos y precios.

Y lo que es peor: en el colmo de la miopía económica e histórica nuestra clase política evita preguntarse o poner en el escenario un hecho singular: la carencia casi absoluta de mercantes y ningún barco portacontenedor que navegue con bandera peruana que podría utilizar el terminal de Chancay.

Sin embargo, ello no fue siempre así: el presidente Pardo enn1906 dispuso la creación de la Compañía Peruana de Vapores (CPV), y la construcción y explotación de un dique flotante en el puerto del Callao. La CPV adquirió una flota de buques modernos y rápidos que le permitieron ofrecer servicios regulares entre los puertos de Perú, Chile y Ecuador. Con el tiempo, la empresa amplió su alcance y comenzó a operar en otros lugares de Sudamérica, como Colombia, Venezuela y Argentina.

Durante sus primeros años, la CPV se convirtió en una de las compañías de transporte marítimo más importantes de la región, ganando reputación por su puntualidad, seguridad y buen servicio al cliente. Sin embargo, con el paso de las décadas, la empresa comenzó a enfrentar nuevos desafíos, como la competencia de otras compañías de transporte y los cambios en las regulaciones marítimas.

A pesar de estos desafíos, la CPV logró mantenerse a flote y adaptarse a las nuevas condiciones del mercado, hasta que en el primer gobierno de Alberto Fujimori ordena eliminar la reserva de carga y las exoneraciones para importar buques nuevos, dándole la estocada final una compañía que en su mejor momento llego a tener  en su inventario 64 buques de alto bordo con una capacidad de 1’160,000 TM, que captaban por concepto de flete cerca de tres mil millones de dólares anuales, la que ha sido reemplazada por flotas extranjeras que transportan nuestra riqueza al exterior, contando con ello con el silencio interesado de nuestros políticos y sesudos economistas sin que ninguno de ellos se pregunte sobre la posibilidad de restablecer la marina mercante nacional, de la cual solo queda la Escuela Nacional que se dedica a formar profesionales para las marinas extranjeras.

Y en tanto acá desaparecía todo rastro de marina mercante nacional, en Chile a fines del 2014, su Compañía Sud Americana de Vapores concretó su fusión con la naviera alemana Hapag-Lloy que dio como resultado que el conglomerado se situara como el 4º operador más grande del mundo en transporte de contenedores con más de 200 buques, Hapag-Lloyd absorbió las operaciones de contenedores de CSAV y mantendría el nombre de Hapag Lloyd entregando al Grupo Luksic, controladores de CSAV, el 30% de las acciones de Hapag-Lloyd, convirtiéndose en socio mayoritario de la compañía la cual difícilmente utilizará Chancay.

Y todo ello, siempre con el beneplácito y silencio interesado de nuestros políticos, empresarios y “economistas”, –repito–, que destacan sobremanera a cada rato y momento el modelo económico que a su decir “ha permitido el crecimiento del Perú en las últimas décadas”, aserción que comparto en gran parte, pero no en su totalidad, porque si bien es cierto que hemos crecido, también no deja de ser verdad que no hemos desarrollado, al menos en lo que respecta a los recursos minerales.

Y aquí hay que destacar que se puede decir que hay crecimiento sin desarrollo cuando el crecimiento económico se mide únicamente por el aumento de la producción de bienes y servicios sin que este crecimiento se traduzca en mejoras en la calidad de vida de la población, en la reducción de la pobreza o en el desarrollo de capacidades y oportunidades para las personas.

Por ello es una falacia el ingreso per cápita en la región. Hay que recalcar que el crecimiento en el caso peruano se refiere solo al aumento en la producción de cobre, es decir, a la cantidad de metal extraído y vendido en el mercado. Si bien el crecimiento de la extracción es fundamental para la economía del país, ya que el cobre es uno de los recursos naturales más importantes y constituye una parte significativa de las exportaciones en nuestro país, ello no implica que cerremos y os ojos a una realidad tangible y angustiante: en las últimas décadas hemos estado como país en las mismas condiciones que un drogadicto: solo estamos bien si nos inyectan recursos para construir nuevas minas para tener recursos que vender, sin desarrollar o dar valor agregado a los mismos.

Por otro lado, el desarrollo se refiere al valor agregado que se le puede dar al cobre a través de su procesamiento y uso en actividades de mayor tecnología y sofisticación. En este sentido, es importante promover el desarrollo de la industria del cobre para poder agregar valor al metal y diversificar así la economía y pasar del crecimiento al desarrollo, y muestra de que se puede lograr la tenemos en la Refinería de Cobre de Ilo, construida en la década del 70. Es la única muestra de valor agregado de la minería en el Perú.

En conclusión, es importante diferenciar entre crecimiento y desarrollo en el ámbito de la explotación del cobre para agregar mayor valor al metal y diversificar la economía. Promover la industria del cobre y fomentar su uso en actividades de mayor tecnología y sofisticación contribuirá al desarrollo económico y social del país.

Análisis & Opinión