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Voto y democracia

Hagamos sentir nuestro voto, que encuentren el sentido del tipo de democracia que queremos, el liderazgo y representantes que nos merecemos.

POR: VICENTE ZEBALLOS SALINAS  

Elecciones bastante extrañas, donde aún a escasos días de la cita cumbre, no hay propuesta electoral que tenga la certeza de sus votos. El reciente debate electoral realizado por el JNE, si bien permitió a los electores salir de las percepciones para pasar a realidades concretas, no es determinante; las encuestas electorales publicadas ayer tanto por el IEP como por Ipsos Perú, ratifican esa suerte de indefinición en que está sumida las elecciones presidenciales y parlamentarias.

No hay candidato presidencial con un posicionamiento sólido, que pueda garantizar su pase a segunda vuelta electoral; no se puede determinar cuántas Bancadas integrarán el próximo Congreso, lo único cierto es que será un Congreso fraccionado, que no es sinónimo de estabilidad y gobernabilidad. Ojalá nos equivoquemos.

Inmersos en circunstancias complicadas con esta impredecible pandemia, donde perfectamente pudieran focalizarse los temas críticos –el momento reclamaba prudencia y responsabilidad-, la oferta/propuesta electoral ha sido variada, distante, disímil, imprecisa, expectante y muchas veces ilusoria, en las perspectivas de captar el voto ciudadano. Y una democracia representativa, como la nuestra, parte y se materializa allí, con el voto ciudadano. Es nuestro voto el que decide, es nuestro voto el que elige, es nuestro voto el que sanciona.  Y toda esa parafernalia, de lo que es una campaña electoral con publicidad, debates, entrevistas, incluso las indisposiciones personales, están dirigidas a “inducir” nuestra decisión. Suena fuerte, más propio es decidir de manera argumentada, con elementos que nos auxilien a esa determinación.

Y es el momento, donde el protagonista es usted, el elector; solo en la cámara de sufragio o secreta, con su “lapicero azul”, decide quién a de ser nuestro próximo presidente o nuestros representantes parlamentarios, un voto no de conveniencia, no de condición sino de convicción y de conciencia. El ciudadano, el demócrata se enfrenta al futuro, construye su futuro y decide con su voto. Crudo pero real, ningún candidato se auto elige, si se propone, los eligen, los elegimos. Esta es una de las pocas oportunidades en que nuestra democracia se manifiesta directamente, donde los ciudadanos decidimos. El presidente personifica a la Nación, los Congresistas representan a la Nación, ellos actúan y deciden por nosotros, somos poderdante, ellos poder dado.

Algunos analistas, expresan que el elector es muy frágil e ingenuo, la atosigante publicidad, las apabullantes propuestas electorales, lo inclinan con facilidad a una decisión ligera y escasamente razonada ¿acaso esta terrible pandemia, no nos forzó a ser reflexivos, realistas y cautos en nuestras decisiones personales e inmediatas? En ese mismo contexto, está nuestra próxima decisión electoral, que sea consecuencia de un crítico contraste, de un correcto evaluar de oportunidad, y esa innata sabiduría que nos da la vida, nos permita decidir bien.

Un promedio del 20% de electores no van a las urnas, es la tendencia respecto a pasadas elecciones, más comprensible en quienes por consideraciones de salud no puedan hacerlo en la actual coyuntura; pero quienes puedan hacerlo, y con las precauciones sugeridas, tienen el deber ciudadano de no renunciar a esa cuota de compromiso país que tiene todo buen peruano de dar legitimidad a su democracia y sus instituciones. Cuán cómodo es autoexcluirse y no ser parte de la solución, si bien la participación electoral no es la panacea a los problemas, si es el mensaje alerta de involucramiento y compromiso en nuestro quehacer ciudadano. Nuestra democracia no se puede reducir al voto cada cierto tiempo, depende de nosotros.

En las tendencias electorales, aún es elevado el porcentaje de “votos blancos o viciados”, es engañoso, valga la pena redundarlo -lo comente en un artículo anterior-, dicha votación se endosa y engruesa el porcentaje de los votos válidos obtenidos por las agrupaciones políticas; en el 2016, Fuerza Popular, del 36% de votos válidos tuvo el 56% de escaños en el Congreso. Sin querer queriendo, tu ausencia, tu voto nulo o viciado, hace que tu voto tenga menos peso que otro. No creo que así lo quieras.

¿Por qué votamos? Porque esta nuestra democracia, aún con sus debilidades es la mejor fórmula de gobierno, que hay que corregirla, que debemos reestructurarla, por supuesto; pero no neguemos la oportunidad de decidir dentro de ella, no incurramos en el formalismo del acto electoral, ir y votar, no, eso no. Hagamos sentir nuestro voto, que encuentren el sentido del tipo de democracia que queremos, el liderazgo y representantes que nos merecemos. En nuestro voto, descansa nuestra democracia.

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