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¡Vergüenza! un Congreso de “callejón”, vulgar y sin valores

Este no es el Congreso de la que deberíamos sentirnos orgullosos que nos representen, no es el reflejo del cambio en la política que el Perú necesita, no es lo que muchos quisiéramos para nuestro país…

POR: ENRIQUE LAZO FLORES   

La última presentación de los ministros invitados a ser interpelados por el Congreso de la República, dicho sea de paso, un Congreso donde no había ni el 20 por ciento de sus integrantes, salvo los más recalcitrantes de la derecha, ha dejado un sabor a vergüenza, porque no demuestran sus funciones para la cual fueron elegidos, como es, legislar y fiscalizar, empero, por la forma y manera de dirigirse a los ministros interpelados, demostraron de qué “escuela” salieron.

Previas disculpas a vecinos que habitan aun en los llamados “callejones”, en algunos lugares los llaman solares, y en otras “quintas”, allí donde habitan la población de escasos recursos, en otras, donde esta misma gente conviven con otras de mal vivir, algunos sin serlo, pero finalmente son ciudadanos que se diferencian de otros ciudadanos que viven en otras urbes, donde la comodidad marca la diferencia entre gente de los barrios llamados de los “bajos fondos”, y otras de barrios llamados “pitucos”.

Precisamente son de allí, de donde salen gente que por alguna razón superaron sus “modus vivendi” y supieron destacar en actividades de diferentes índoles, ingresando al plano político, donde destacan por sus modales, muchos de ellos irrespetuosos, aplaudidos por sus propios vecinos, alentados por sus colegas de barrio, creciendo impregnados de un estigma de “callejoneras”, o, “callejoneros”, de gente a las que la criollada malévola les llaman, “gente de barrio”, gente que “tiene esquina”, gente que “tiene calle”,  siendo el fiel reflejo de sus propias costumbres adquiridos en lugares donde desarrollaron sus vidas o, vivieron al margen de la ley con una total ausencia de valores éticos, morales y huérfanos de educación, simples vulgares.

En el Congreso de la República precisamente tenemos a gente que reúnen todas esas condiciones y costumbres, hay gente “pituca”, de “barrio” y gente de callejones, personas que utilizan el lenguaje sucio y mal intencionada, que llevan un mensaje de desprecio, discriminación y en veces de frustración, como es el caso de la congresista Patricia Chirinos, que parece haber salido de esos  estratos sociales, donde  la “criollada malévola” se hace costumbre y lo identifican como gente de “callejón”, que en el argot criollo es el lenguaje que utilizan, es sinónimo de gente “del montón”, sin educación, sin valores, sin escrúpulos y sin formación personal, debilidades que aún perduran en el tiempo y lamentablemente están presentes, ocupando espacios donde deben estar los verdaderos representantes de la ciudadanía. El Congreso de la República.

Lo acontecido  en este Congreso en la última interpelación de los cuatro ministros de estado, fue el fiel reflejo de esa gente a las que me refiero, vimos, ya no con  vergüenza,  sino, con indignación e impotencia, que me obliga a hacerme una interrogante como muchos de los lectores lo harán, ¿cómo podemos tener en el Congreso de la República a gente de la catadura de Patricia Chirinos, que no sabe otra cosa que insultar, atentar contra la dignidad de las personas y de manera recurrente?, a Nano Guerra, que no hace otra cosa que defender lo indefendible en la magnitud de su ignorancia política, a la que un día criticó y despotricó, hoy la defiende “a capa y espada” demostrando su falta de convicción política, sin ética, sin principios y orientación y de otros congresistas que no deberían estar allí representando a la ciudadanía?. Bueno, fácil será culparnos por haberlos elegido y están en su curul, porque nosotros los enviamos con nuestros votos, pero de allí a seguir manteniendo la atención en estos sujetos, es porque el morbo de la mayoría de peruanos alimenta su atención de lo irrespetuoso que son, formando parte de esa ausencia de valores éticos y morales que debe tener como mínimo un congresista, aquel mal llamado el “padre de la patria”. Por mi parte, no me siento “hijo” de esa calaña de padres, menos representado.

Este no es el Congreso de la que deberíamos sentirnos orgullosos que nos representen, no es el reflejo del cambio en la política que el Perú necesita, no es lo que muchos quisiéramos para nuestro país, menos son, siquiera una débil intención de ver a congresistas que sí desean ser los protagonistas de un cambio en la política del país, es todo lo contrario, reflejan el mercenarismo en la que se desenvuelven.

Ante la crisis de valores éticos, morales, y profesionales en nuestra sociedad, nos lleva a tener esta clase política, siendo el congreso el lugar donde se mide la calidad de políticos que tenemos, es el lugar donde los jóvenes que empiezan a tener inclinaciones a ser los futuros políticos, ven en este Congreso como una escuela donde se debe aprender a ser políticos y toman como ejemplo a seguir, sin embargo, nadie en el congreso o de los 130 congresistas que tenemos, ninguno pretende ser ni por casualidad, el modelo de político a quien los jóvenes deberían seguir, al aumento de la crisis de valores en estos congresistas, podemos agregar que, los que allí están sentados persiguen otra cosa, lo que en su momento la congresista Susel Paredes lo dijo, “ellos están allí porque cada intervención para aprobar o desaprobar un proyecto de ley, tiene su precio”, y lo dijo públicamente, así que con esa afirmación se sacramenta que nuestra clase política seguirá siendo como lo que hasta hace poco fue en el congreso anterior, donde la congresista fujimorista, Esther Saavedra, decía, “acá estoy por mi plata y no se meta conmigo”, ratificando que en este Congreso, donde presumimos sería mejor que la anterior, nos salen los huérfanos de valores, los irrespetuosos a la ciudadanía, sobre todo destacando la presencia de congresistas de callejón, sin ética, sin valores y sin respeto, valores mínimos que deberían demostrar.

Ciertamente las disculpas “luego de”, no cierra las heridas abiertas por la falta de valores, la ignorancia y el despropósito, sino, solo confirman “de qué barrio salieron”, y “de qué esquina son vecinos”, efectivamente, son el mercenarismo que los mantiene allí, debiendo terminar con la procedencia una denuncia constitucional, es la que debería sancionar.

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