Por: Enrique Rivera Salas
La Semana Santa es tiempo de reconciliación, es el momento que la población debe rescatar el verdadero sentido católico, vivir el amor de Dios hacia los hombres, aprender a perdonar al prójimo y reconciliarse con el hermano.
La Semana Santa, es una de las fiestas religiosas que se celebran en todo el mundo, recordando la vida, pasión y muerte de Jesucristo; pero lamentablemente en los últimos años ha perdido su verdadero significado.
La Semana Santa es el Ministerio Central de la Vida litúrgica de la Iglesia. Nuestra fe no se basa en teorías, sino en acontecimientos.
La Semana Santa es el acontecimiento más importante de la iglesia en el año, porque gracias a la resurrección de Cristo, se vence a la muerte y nace una nueva era de esperanza y reconciliación con Dios.
La Semana Santa es la festividad más importante de la Comunidad Cristiana.
La Semana Santa, es tiempo para meditar en el amor del dulce Jesús en su pasión, caridad infinita en su muerte y alegría desbordante en su resurrección.
La Semana Santa adquiere diversas expresiones según la tradición y las costumbres locales.
La Semana Santa debe servir para meditar y fortalecer la paz que debe reinar en todos nosotros.
La Semana Santa es un momento de nuestra vida de profunda meditación que debe servirnos para analizar especialmente nuestros actos y lo que hemos hecho en el pasado. Esto nos permitirá ver con optimismo y buena esperanza el futuro.
La Semana Santa es una inmejorable oportunidad para renovar y mejorar el servicio que prestamos a la comunidad y por supuesto a Dios.
Que esta Semana Santa donde se rinde homenaje a Cristo, el Juez de los Jueces, ilumine a los señores magistrados al administrar justicia; pero justicia que es el ideal humano.
En esta Semana Santa es necesario apelar al espíritu consiente en medio de las turbulentas sociedades en las que vivimos, recordando de que esta Semana Santa, con la comunión del espíritu cristiano, se materialice en la comprensión entre todos nosotros.
Que esta Semana Santa, que ya prácticamente hemos iniciado y que es prueba de recogimiento espiritual, elevemos nuestras oraciones al cielo, para interpretar el fervor divino.
Necesitamos, ahora más que nunca, de amor, de solidaridad, de paciencia y de esperanza, virtudes todas ellas que se ubican en el código de conducta de los cristianos.
Formulemos pues, nuestros votos para que esta Semana Santa sirva para mitigar los enconos que nos separan y los dolores que nos afligen.