POR: DR. ENRIQUE AZOCAR PRADO
Tenemos a un sector de la población peruana más preocupado por la sexualidad que por la economía. El conservadurismo de una derecha – representada por Willax – es retrógrada y esquizoide (basta oír a Butters). Sus temores por el progresismo en materia de sexualidad supera a sus miedos por el control económico por parte del estado (de allí su fobia a Verónika Mendoza).
Asimismo, creo que sufren de una parálisis mental que se refleja en lo siguiente: Desean mantener los principios económicos de la Constitución del 93 intacta y, a la vez, no quieren avances en derechos de ciertas minorías como de los colectivos LGBT.
Entre estos dos miedos – progresismo sexual y estatismo económico – se desarrolla la actividad política de los López aliagas, los soto’s y los keikistas.
Me pregunto si lograrán contagiar a las mayorías del país de esta fobia por el progresismo y por políticas económicas más controladas por el Estado.
Y según Víctor Hugo Flores Limache, Independientemente quien sea el candidato, la sexualidad es importante ponerla en el tapete, pero para marcar una posición negativa respecto a su tratamiento actual, que no han hecho más que obligar algunos incautos – a manera de representación – andar desnudos, mostrando todo cuando se pueda mostrar.
Sin dejar de analizar que es la normalización en cuanto al tratamiento sexual, debemos seguir una línea coherente, si los grupos feministas con respecto a la sexualidad lo representan, de buena manera con desnudos y toples, creo es lo más sensato en términos de coherencia entre lo que se piensa con lo que se hace.
La sexualidad, es una manifestación intrínsecamente interna del ser humano, y a un entender mesurado y sensato debe permanecer donde siempre ha estado, oculto bajo más sobras del deseo. Exteriorizar la sexualidad es desnudarnos por completo, mostrar todas nuestras negras apetencias y deseos, para después patentarlas como normales. ¿Cuál sería entonces el límite del morbo y el recato, creo?