Seamos atrevidos

…bien se dice, de una crisis una oportunidad, y valgan verdades, la oportunidad nos permitió visualizar nuestras grandes flaquezas políticas, que también son humanas.

POR: VICENTE ANTONIO ZEBALLOS SALINAS   

Casi dos años de la pandemia y pareciera inacabable, ahora la variante Ómicron, grandes esfuerzos científicos por contrarrestarla, pero a su lado enormes miserias humanas que no permiten poner al alcance de todos las vacunas-nunca se liberaron las patentes- y los negacionistas, infaltables, sembrando incertidumbre y aprovechando de la ingenuidad de muchos; la economía mundial al límite, disposiciones presupuestales en gasto público nunca antes observado, la fuerza de la urgencia y necesidad decidieron ante la desidia del cálculo político de otrora; innegable la centralización en la toma de decisiones, forzando ejecutivos con mayor empoderamiento; y una ciudadanía, angustiada y desconcertada, que muestra reparos a la capacidad de respuesta de nuestras formas democráticas, y a su vez, se distancia de él, construyendo alternativas ajenos a la política ordinaria. Un escenario global, nada distante en nuestra inmediata realidad.

Si bien la prioridad en salud se vio determinada por la pandemia, así como hay una responsabilidad indistinta por el abandono de nuestro sistema de salud, la mejoría en la respuesta de hoy, sin llegar aún a lo ideal y necesario, encuentra corresponsables; en la lógica de una coyuntura compleja, irónicamente tenemos oposiciones ciegas, mezquinas, los antivacunas, esforzándose en minar los esfuerzos para una inmunización general.

La salud es política pública y no es un derecho absoluto, la irresponsabilidad de uno puede afectar a los demás.  En lo que respecta a la educación, opiniones especializadas, no sólo bien intencionadas, exigen la vuelta a la educación presencial, especialmente básica regular, es evidente la sobrecarga psicológica y emotiva de los educandos, están en casa en un enclaustramiento que limita y absorbe las potencialidades propias de sus edades; con infraestructura educativa adecuada, vacunación, protocolos claros, oportunos y obligatorios, docentes con capacitación acorde a las circunstancias, posibilitan esta vuelta a clases presenciales. Como entender que un sector de los propios docentes este en desacuerdo.

La mejoría en nuestra economía responde a factores externos, especialmente la demanda de nuestros recursos minerales, su incremento en los precios internacionales, nos permite cierta holgura que pasa por alto el incremento de la informalidad y de la lenta recuperación de los sectores productivos, destacarse el impulso de la inversión pública pero también su ineludible acompañante, las graves denuncias de corrupción, que comprometen a distintas autoridades regionales, en el foco de atención de la Contraloría y Ministerio Público que, aún no dan su atención en los gobiernos locales.

Si el año anterior, y a pesar de compartir la gravedad de la Covid-19, lo culminamos con la crisis política de alternancia sucesiva en el mandato presidencial, este año lo aperturamos con expectativa, elecciones generales tanto presidenciales como congresales, esperanzadora oportunidad de estabilidad política, pudiendo propiciarse la ansiada concertación para paliar los difíciles momentos histórico-políticos que compartíamos y en la necesidad de responder a nuestros conciudadanos en las carencias e incapacidades que como Estado no supimos absolver, no hicimos más que encontrarnos con un escenario político que puso énfasis en nuestros contrastes, más grave aún fue la segunda vuelta y sus resultados, que aún permite recoger en el Congreso actual, una facilidad para la confrontación (podría leerse revanchismo), sin miramiento al reto de entregarle a la ciudadanía una institucionalidad reforzada y que nos permita sostener ese drama mayor, imprevisible como se nos propone cotidianamente, la pandemia.

Aquí también tiene una cuota importante de déficit el propio Ejecutivo, no ha sabido liderar menos generar consensos políticos, ha primado la incompetencia, se ha adueñado de la improvisación, la transparencia no es su particularidad, y se empeña es desautorizarse ante quienes cifraron votos por un gobierno inclusivo, diferente, que rompa con los patrones políticos de siempre.

Una institucionalidad debilitada, se traduce en una democracia frágil, los ciudadanos son la razón de ser de una sociedad políticamente organizada en la que cifran sus expectativas de confianza y de respuesta, hacemos esfuerzos por ahondar la brecha de desapego y desconfianza, de distanciar al Estado de sus ciudadanos, de menospreciar sus legítimas aspiraciones, de considerarlo una pieza más del impasible ajedrez político, cuánta insensibilidad, desatención y carencia de olfato político, que no hace más que deslegitimar a sus representantes, lo que es sumamente peligroso en una democracia en construcción, como la nuestra.

Tantos temas que compartir, que analizar de un año muy complejo, nuestros propios desaciertos no nos permiten dar el gran salto hacia adelante; bien se dice, de una crisis una oportunidad, y valgan verdades, la oportunidad nos permitió visualizar nuestras grandes flaquezas políticas, que también son humanas. Siempre hay un amanecer diferente, que el de mañana se nos proponga como una nueva oportunidad; en esta, nuestra democracia, todos somos importantes, todos somos necesarios, seamos atrevidos, tengamos la osadía de construir un país diferente y mejor.

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