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Ruptura

POR: JORGE ACOSTA ZEVALLOS (ECONOMISTA)

La lectura del libro “Ruptura, la crisis de la democracia liberal” de Manuel Castells, Alianza Editorial, de fines del 2017 nos ayuda a entender el cuestionamiento del modelo neoliberal no solo de España, en donde centra sus estudios, también del porqué de la actual irrupción de otros modelos diferentes que se establecen en México, Argentina, Bolivia y probablemente próximamente Perú, Chile y Brasil.

Contextualizamos el texto con la realidad nuestra y en el primer capítulo se refiere a la crisis de representatividad de la actual democracia que se construyó con la lucha de los actores sociales, de los del pueblo para el pueblo, pero que en su evolución va estableciendo relaciones de poder desiguales y opuestas a la sociedad en general. Las instituciones construidas se hacen a semejanza de los intereses del poder económico primero enquistado en las empresas estatales y después con la privatización a las conveniencias de los nuevos grupos de poder económico favorecidos por la política aplicada desde el 90 hasta la actualidad.

Entonces los ciudadanos no se ven representados en los que ejercen el poder político, ocurre la crisis de legitimidad política agravada más con la corrupción en los niveles públicos y relaciones con los privados. Teóricamente la imperfección debería corregirse con las elecciones en cada cierto periodo, en la práctica las opciones se readaptan y nacen de las mismas instituciones corroídas. Es el caso de los partidos que no ejercen la democracia interna, son vehículos que seleccionan a sus pasajeros de su misma estirpe.

Nos entusiásmanos en los procesos electorales y con los elegidos terminamos totalmente decepcionados porque los políticos no nos representan.

De esta forma la ciudadanía no confía en la democracia liberal, le desencanta lo que le acompaña como sustento. En el orden económico la receta es la “libre competencia”, “la globalización”. El primero significa que las empresas de todo tamaño participan, compiten y venden en el mercado libremente y sin embargo la existencia de oligopolios y monopolios no les permiten crecer y sucumben.

El libre mercado se convierte en una falacia real. La segunda es estar en el mundo globalizado, la idea también es abrir las fronteras para el ingreso y salida de mercancías, capitales y recursos humanos. La ilusión de ser miembro de la aldea global se quiebra cuando los mismos países desarrollados que lo promovieron ahora aplican el cierre de fronteras y barreras arancelarias como lo hizo y hace Estados Unidos e Inglaterra, el primero con la guerra fría contra China y el segundo con su salida de la Comunidad Europea.

Si las reglas son universales en todos los sectores deberían cumplir las normas laborales, migratorias, ambientales de igual manera, en esta parte se resisten a cumplirlas sobre todo en los países de bajo desarrollo.

¿Y qué hacemos entonces? El autor nos ayuda a asumir el reto de que surja un nuevo orden con una nueva política, la otra democracia que empiece por la renovación de la clase política, sin adaptarse al sistema, que estudien la realidad caótica y propongan sin temor ni miedo los cambios necesarios y trascendentales para vivir mejor.

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