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Purgar o morir

El gobierno más que cambios necesita purgarse, y expulsar a Cerrón y a su entorno nefasto, además de zanjar con todo lo que pueda oler a Movadef.

POR: JULIO FAILOC RIVAS  

Si el presidente Pedro Castillo no detiene las pugnas al interior del gabinete y no les pone coto a los exabruptos del premier Guido Bellido tarde o temprano empezará a pagar la factura de su inacción y de su silencio. No es suficiente que diga que ya se han hecho los correctivos.

Lo dicho por Bellido en torno a la amenaza de nacionalizar el yacimiento de Camisea si no reparte utilidades, y de pedir la cuestión de confianza si censuran a Maraví, no solo  es una provocación al Congreso –para que pise el palito, lo censure y se ponga al filo de la disolución– sino que también es un boicot al gobierno por todo lo señalado por Castillo en su gira por los EE UU en relación al respeto de la inversión privada y a la necesidad de promoverla.

Lo cierto es que, estas declaraciones denotan a un Bellido que prefiere lo bote el Congreso y no el presidente Castillo, no sin antes vengarse del Legislativo y colocarlo en empate técnico con el Ejecutivo, tal como lo señalamos en un artículo anterior. De esta manera, la venganza de Paco Yunque quedará consumada tal cual lo plantea Yaneth Cueva en la revista Apuntes a Lápiz # 31.

La semana pasada se especulaba que Castillo había llegado al acuerdo con Cerrón de mantener el gabinete intacto por lo menos los primeros cien días de gobierno; sin embargo, la declaración de Bellido ha puesto en cuestión este posible entendimiento y las posibilidades de realizar cambios se acrecientan. No hacerlo sería un error y el suicidio político de Castillo.

El gobierno más que cambios necesita purgarse, y expulsar a Cerrón y a su entorno nefasto, además de zanjar con todo lo que pueda oler a Movadef. Las últimas encuestas de IEP muestran resultados que corroboran lo señalado. Si bien Castillo incrementa su nivel de aprobación en dos puntos y reduce sus niveles de desaprobación en cuatro puntos, lo cierto es que los ministros que le dan soporte en imagen a su gobierno tienen de lejos una mayor popularidad que él, y ninguno de ellos es de Perú Libre o del entorno de Cerrón. Para muestra un botón: solo el primer ministro Bellido tiene una aprobación muy por debajo del presidente.

El ministro de Salud tiene 27 % más de aprobación que Castillo, el de economía lo aventaja en 14 % y el de Justicia en 9 %. Por primera vez en la historia los resultados de un sondeo de opinión favorecen más a los ministros que al propio presidente de la República. Lo más razonable hubiera sido que el éxito de la gestión ministerial se exprese en la mejora de imagen del gobierno y de su presidente, superando la aprobación de sus ministros.

Castillo necesita redefinir su estrategia comunicacional y capitalizar los logros obtenidos por sus principales ministros, además de afirmar su liderazgo y zanjar con todo lo que signifique traba y desgaste para su gestión.

No es tarde para convocar un gabinete de unidad nacional y también para avanzar a una recomposición en sus políticas de alianza en el Legislativo, que le dé respiro y le permita una nueva relación con aquellos aliados que en lugar de sumar le restan. Acercarse al centro político y aislar tanto a los radicales de izquierda como de derecha resulta hoy fundamental para la gobernabilidad.

El presidente Castillo más que cambios en general, lo que necesita es la purga de Cerrón y compañía, incluido a su amigo Iber Maraví que huele a Movadef que a otra cosa.

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