POR: ADRIANA GIUDICE (GERENTE GENERAL DE AUSTRAL GROUP)
La Prensa Regional publicó recientemente un interesante artículo sobre el desempeño de las exportaciones en Moquegua durante el primer semestre del 2023, dando cuenta el bajo resultado de los despachos de harina de pescado desde esta región del país. ¿Cuáles son las razones para que la pesca peruana no contribuya más a la economía moqueguana y, en general, a la zona sur del país?
Son más de 10 las plantas pesqueras las que han cerrado en la región sur en los últimos años; solo permanecen abiertas cuatro: dos en Ilo, una en Mollendo y otra en Matarani. La operación de cada fábrica de procesamiento genera en forma directa e indirecta alrededor de 500 empleos. Se trata de trabajadores de planta y embarcaciones pesqueras, pero también de cientos de proveedores vinculados a la pesca que actualmente no pueden suministrar bienes y servicios a la industria, porque las autoridades no se deciden a establecer un marco regulatorio adecuado para la explotación de una riqueza hidrobiológica que nuestro país comparte con Chile.
Seamos claros. La industria pesquera peruana en el sur está en crisis, mientras que la ubicada en Chile, solo en lo que va de este mes, va pescando más de 20 mil toneladas de anchoveta del stock que compartimos, generando puestos de trabajo y divisas para su economía. Es decir, los peruanos hemos sido reducidos a ser solo espectadores de la anchoveta que vemos pasar hacia el sur.
El Instituto del Mar del Perú (IMARPE) ha determinado que el 97% de la biomasa de anchoveta se ubica dentro de las 10 primeras millas y que la especie alcanza un tamaño reproductivo a los 10.5 centímetros; sin embargo, ni las zonas de pesca ni las tallas son ajustadas a esta realidad científica. Esto es contario al principio legal que dispone que la regulación pesquera debe basarse en ciencia y asegurar la explotación máxima sostenible de los recursos pesqueros, optimizando sus beneficios económicos y positivo impacto social.
Las características del zócalo continental de la zona sur hacen que se alcancen mayores profundidades a distancias más próximas a la costa que en la zona centro-norte. Este dato científico fundamentó que en el año 2008 se implementara un régimen especial para que la flota industrial pudiera pescar en espacios más costeros, sin afectar la pesca artesanal. Esta regulación, que nos permitía competir con Chile, fue derogada durante el gobierno de Ollanta Humala sin contar con sustento técnico, situación que hasta el momento no ha sido corregida.
Por otro lado, IMARPE ya ha confirmado que la anchoveta en el sur llega a su edad reproductiva a los 10.5 cm, es decir mucho antes de la “talla mínima legal de captura” (12 cm); sin embargo, al no actualizarse este indicador, el avance de las temporadas de pesca se ve sometida a múltiples suspensiones temporales por captura de supuestos individuos juveniles que, en realidad, ya vienen desovando y procreando nuevos “mal calificados juveniles” y que impiden una actividad continua en la zona sur.
Hace unas semanas, el gobierno celebró los 10 años del fallo de la Corte de La Haya que otorgó al Perú 50 mil km2 de mar frente a Tacna, concluyendo así en definitiva la controversia limítrofe con Chile. Lo que no se dice es que, en todo ese tiempo, nuestro país no ha podido aprovechar su riqueza pesquera ni en el espacio recuperado ni en toda la zona sur, a pesar de que empresas, pescadores, trabajadores y proveedores vinculados a las plantas de procesamiento todavía existentes se encuentran listas para arrancar.
Esperamos que PRODUCE no siga desperdiciado el potencial y oportunidades que nos ofrece la pesca en la región sur, en un contexto en el que el Perú necesita retomar importantes tasas de crecimiento que nos permitan sacar a más peruanos de la pobreza. Prendamos el motor de la pesca y naveguemos hacia un futuro con más desarrollo para todos, impidiendo que más plantas en el sur continúen cerrando.