POR: ENRIQUE LAZO FLORES
“Cada pueblo tiene el gobernante que merece”, reza el dicho y creo que los peruanos no merecemos tener este gobierno, menos los anteriores que, gracias a la falta de una cultura política que nos caracteriza, o elegimos al menos malo que resulta ser el peor o, elegimos mal porque fácilmente nos convencen y nos hacen olvidar que antes ya nos habían endilgado promesas que nunca cumplieron.
Ergo, por esos errores que nosotros mismos cometemos, hoy tenemos que soportar a personas que llegaron al poder sin saber qué camino tomaron y sin pasar por la meritocracia, porque nosotros mismos los pusimos allí y luego tenemos que salir a las calles a protestar, paradójicamente por los errores propios, muchas veces con resultados que lamentamos para sacarlo del cargo, con el sambenito de “el pueblo lo puso el pueblo lo saca”.
Las consecuencias dan como resultado que estamos en un país donde la improvisación es el que marca el derrotero que nos lleva a ser dominados por la corrupción en todos los niveles institucionales y de gobierno, haciendo que cada día que pasa es más lejano ver una salida política, promovida por un gobierno que a estas alturas está deslegitimizada y sobre vive gracias a la asistencia de una de las fuentes de riqueza que tenemos, que en cualquier momento colapsa por el abandono del gobierno. La minería formal.
Desde el inicio de la pandemia a la fecha y en plena crisis sanitaria, tuvimos tres mandatarios en una semana, Martin Vizcarra, Manuel Merino y Sagasti, luego por elección popular tuvimos a Pedro Castillo y por sucesión a Dina Boluarte, total CINCO presidentes y en un país como el nuestro cabe preguntarse ¿quién más está en la cola?, porque así como estamos, en cualquier momento tendremos a otro aventurero con ansias de poder que nos gobierne, siempre y cuando que a los trúhanes del Congreso y al Ejecutivo, ciego de toda visión de gobierno, les plazca hacerlo, mientras tanto, la economía del país sigue siendo sostenido por la minería.
De todos los presidentes que antecedieron a Dina Boluarte, nadie en absoluto se preocupó de la economía del país salvo de sus propios bolsillos, en sintonía con los congresistas hacen lo posible para quedarse y mientras la población está en las calles más de dos meses esperando la renuncia de Dina, que para la gran mayoría que no trabaja, ya le da igual que siga o no siga la presidente, porque aún, pueden sobrevivir de emprendimientos generados por los programas que desarrolla la minería, lo que hace sostenible la economía en la mayoría de sectores poblacionales.
La situación se torna cada día más peligrosa, ya que en las calles se percibe con más fuerza que la ola de protestas que vienen, no solo del descontento de la población que podría ser con justa razón o no, pero van más allá y nos hace pensar que se están cumpliendo la receta extremista del Foro de Sao Paolo, que en uno de las tantas etapas para llevar a implantar un gobierno comunista, es precisamente lo que se vivía o se vive en la actualidad, desde la implementación de gobiernos populistas, aumento de asignaciones familiares, subsidios, etc. Los capitales privados comienzan a abandonar sus inversiones.
En este momento tenemos una clase media atomizada, se siente culposa, temerosa y cómoda que no puede hacerle frente a este régimen que desde el Congreso se viene haciendo reformas constitucionales para entronizarse en el poder, pero olvidándose de quienes están soportando la economía es la minería, sector que lo tiene al abandono, pese a que Perú posee 90 millones de toneladas en reservas de cobre y no son explotadas, con los conflictos políticos que este gobierno no trata de solucionar, se están perdiendo la oportunidad de triplicar poniendo en marcha proyectos de nuevas minas y ampliación de operaciones existentes, estas se encuentran en la cartera de proyectos mineros que son el 70% de emprendimientos mineros de origen cuprífero por un valor conjunto de US$ 30,000 millones.
Es posible que pese a los conflictos que se vienen, se logre generar confianza en los inversionistas, es necesario además, que el tema de la Minería en el país, debería ser política del gobierno para darle estabilidad jurídica y así, materializar el potencial minero del país, aunque la mayoría no estén de acuerdo, pero es importante seguir apostando por los contratos ley, que en este momento garantizan la continuidad de las inversiones privadas en un plazo determinado y en condiciones donde se otorguen seguridad al empresariado privado.
Debemos reconocer que el cobre es el recurso que marca la ruta de la economía peruana, pues gracias a ese recurso, los ingresos fiscales generan mecanismos que van directamente al pueblo a través del Canon Minero, sobre canon, regalías, obras por impuestos, entre otros, que son constantemente criticados, porque no son utilizados adecuadamente por los gobiernos regionales y locales a donde van dirigidos, muchas veces despilfarrados, con el justo reclamo de la población.
Esta es la contraparte de lo que pretende el Foro de Sao Paolo y de lo que el país vive, de la cual se debe salir en el más corto plazo, porque el ambiente no da para más, la oleada está creciendo, le están dando mayor prioridad a silenciar las movilizaciones de manera inadecuada, la represión y los muertos, dan una imagen contraria en el exterior, eso no es todo, porque no está lejos la amenaza de una Ley de medios o ley mordaza, Ley de censura, persecución plena de opositores, guerra mediática y judicialización de todos los conflictos, la discriminación de raza y origen está mellando la autoestima de las comunidades, a ese paso llegaremos como que ya parece estar bajo la judicialización de la política.
No esperemos llegar a la solución de lograr elecciones espurias, nos amenaza una espiral inflacionaria, desde este espacio tratamos de identificar en qué etapa estamos, llegará el momento en que demostremos si estamos dispuestos a defender la verdadera democracia, con puestos de trabajo, salud y educación, que nos enmarcan dentro de los derechos humanos, pero con valores para no llegar al proceso de destrucción de nuestra sociedad en democracia.