POR: FERNANDO VALDIVIA CORREA
El pasado miércoles se presentó ante la Comisión de Fiscalización del Congreso de la República Hernán Mendoza, Fiscal Supremo a cargo de las investigaciones a Dina Boluarte al no haber declarado relojes de lujo, afirmando que frustró las diligencias programadas por su institución en la fecha.
Horas después, su jefe Juan Carlos Villena coincidió con Mendoza Salvador, agregando que las actitudes de la señora Boluarte Zegarra son consideradas como de rebeldía, y que sus pedidos de reprogramación solo pretenden dilatar las investigaciones. Evidente sesgo y adelanto de opinión.
Con todo eso a cuestas, ocurrió lo hasta cierto punto previsible; el allanamiento compulsivo al domicilio de la mandataria, y luego en Palacio de Gobierno. ¿El dizque motivo? Orden judicial de incautación de cronógrafos Rolex. Con el pasar de las horas, se conoció que las autoridades presentes solo tomaron fotografías de aproximadamente 10 relojes de diversas marcas, sin llevarse alguno de ellos.
En paralelo, el Consejo de Ministros en pleno se reunió respaldando a la presidente, deslizando presiones desestabilizadoras, aseverando además el Premier que ella no renunciará al cargo. Asimismo, el abogado Mateo Castañeda afirmó que el ingreso violento al inmueble familiar fue innecesaria, injustificada, y desproporcionada. En la noche, la Jefe de Estado negó que exista rebeldía, y por el contrario sí un ataque sistemático y acoso en su contra, pidiendo al Ministerio Público adelantar la toma de su declaración inicialmente postergada para este viernes.
Por su parte, la clase política y los medios de comunicación están divididos. De un lado, hay quienes piensan que sí debe ser investigada; sin embargo, hay otros, y estoy convencido que es la gran mayoría, que sostienen que el hecho de entrar a combazos y de madrugada a la casa de la primera ciudadana del país, como se tratase de una vil delincuente, es cuanto menos irracional, deslegitimando la acción tutelar.
A todo esto, la presidente tiene dos opciones: Aceptar o no que los relojes son suyos y a la vez originales. Lo primero, ya lo hizo; mientras que en lo segundo tiene a su vez dos respuestas que brindar.
Uno, si reafirma su situación jurídica-política podría complicarse al punto que el Parlamento la vacaría y con altas probabilidades de estar al día siguiente de vecina de su exsocio Pedro Castillo.
Y, dos, si expresa que Los relojes son réplicas ya no habría desbalance patrimonial (por lo menos en este extremo), y el presunto delito se convertiría en uno de acción privada. Es buen romance, el agraviado ya no sería la sociedad (como sí en un secuestro, TID, corrupción de funcionarios, etc., donde la persecución es de oficio), sino un tercero, en este caso la marca del señor/a Rolex.
Atendiendo a esto último, coincidimos con la opinión del analista político, general PNP (r) José Baella cuando refiere que “se agudizan las contradicciones y se prepara el camino para la inestabilidad”. Está clara que la torpeza caviar no tiene límites, y en esa desesperación arrastran a tontos útiles como Villena y Mendoza que deliberadamente se prestan al juego sucio del uso abusivo de la ley.