POR: JULIO FAILOC RIVAS
Repudiamos la forma sucia de hacer política de los partidos extremistas en el Congreso que dejaron un charco de sangre de peruanos que entregaron su vida por librarnos de este Congreso mediocre y pesetero.
La desaprobación del adelanto de las elecciones por el Congreso despertó la ira del pueblo que terminó desbordándose. La respuesta del gobierno de Dina Boluarte fue más represión y terruqueo, sextuplicando las muertes en las calles y enlutando cerca de una treintena de familias en plena fiestas de navidad. Primaron los intereses de los partidos extremistas de izquierda y derecha, unos queriendo imponer un referéndum para cambiar la constitución, y otros bloqueándolos para impedirlo, sin importarles que lo único que quería y quiere el pueblo soberano es que se vayan todos lo más pronto posible.
Para ser justos, aquí el principal responsable de estas muertes es el Congreso de la República, por no aprobar (en su debido momento) las elecciones adelantadas, sabiendo que más temprano que tarde tendrán que hacerlo. Mientras la presidenta Dina Boluarte, a quién la población atribuye la responsabilidad, ha terminado siendo una marioneta utilizada como pararrayos por la derecha congresal que la puso dónde está.
El Plan de la derecha siniestra en el Congreso es avanzar ahora por la renuncia de Boluarte, para asirse del poder que tanto han buscado, con el riesgo de que puedan culminar convocando solo a elecciones presidenciales, tal como lo declarado por sus voceros en más de una oportunidad.
De presentarse el escenario señalado la situación afectaría más a la alicaída democracia en nuestro país, con la consiguiente justificación de una militarización total del país. Esta sería la razón de la campaña del terruqueo y de los fake news en torno a la reaparición de Sendero Luminoso y el Movadef, y de que se intensificarían en los próximos días y semanas. Su efecto ya se percibe en la reciente encuesta de Ipsos Perú, donde la percepción del 68 % de los limeños es que detrás de los desmanes en las potestas sociales estarían agrupaciones radicales. No ha sido casual la intervención policial sin una fiscal al local de Nuevo Perú y de la Confederación Campesina del Perú, pretendiéndolos acusar de subversivos.
Tragarse el sapo de aguantar al Congreso unos meses más y aceptar elecciones adelantadas para el 2024 es un dato de la realidad ya que debemos reconocer que sin reformas políticas y electorales tendremos más de lo mismo, debido a que solo hubieran participado los doce partidos que tienen inscripción –de los cuales diez están actualmente en el Congreso–.
Por ello, urge lograr las elecciones generales e iniciar el proceso de desmilitarización del país, como pasos previos para recuperar la paz, pero también es importante asegurar las reformas políticas y electorales –tal como lo señala el 62 % de la población en la última encuesta de Ipsos Perú– para garantizar una mejor oferta electoral que evite el retorno de los partidos y de los galifardos de siempre.
Debemos de estar vigilantes para que en la segunda legislatura se termine de aprobar por que con estos galifardos del Congreso aún nada está dicho.