POR: RODRIGO LLOSA SANZ
Ni Mollendo ni Mejía tuvieron fundador ni fundadores. Desde la colonia se funda empresas o villas con un protocolo y sistema legal de respaldo. Eso no ocurrió con muchos pueblos de formación espontánea. Simplemente fueron surgiendo y luego se preocuparon en maquillar sus inicios «para no ser menos que otras urbes».
INICIADORES, URBANIZADORES Y URBANISTAS
La interpretación de fundar puede debatirse, pero formalmente requiera registrar en actas y actuar con normativa en procesos consensuados. El ideal de urbanizar es modificar espacios con orden para la ocupación efectiva. El urbanizador se encarga de un proyecto, el urbanista diseña, planifica, regula, coordina entre varios agentes y proyectos para el beneficio ciudadano a largo plazo.
MEIGGS EN MOLLENDO
Todo pueblo tiene personalidades que impulsan, pero eso no los hace fundadores. Henry Meiggs, el contratista del ferrocarril, estaba en Lima cuando recibió cartas de Gerrit Backus, ingeniero de ferrocarriles norteamericano contratado por el gobierno peruano para inspeccionar la obra del tren y muelle de Mejía. Fue la ingeniería estatal con la del contratista quienes decidieron no realizar dicho muelle en Mejía y seguir ocupando Mollendo en las descargas.
ANDÍA EN MEJÍA
No llamo al coronel Trinidad Pacheco Andía fundador, sino primer urbanizador de Mejía. Fue nombrado subprefecto de Islay tras apoyar en la campaña del partido civilista que ganó la presidencia. Con su intervención como autoridad pública por poco más de un año, Mejía pasó de ser un pueblecito de pescadores a un balneario con trazado urbano. Era la intención política de la época. Eten, Ancón, se asemejan en ello.
¿PRIMERO FUERON VERANEANTES O POBLADORES?
Las sociedades no funcionan disgregadas, todos interactuamos. Si Trinidad hizo el diseño de su casa, alguien tuvo que traer la madera y otro clavarla esperando el almuerzo que las señoras prepararon con la pesca de Bernabé quien vivía en el asentamiento de Mejía antes de que Trinidad llegara.
JALÓN DE OREJAS ACTUAL
Los urbanistas estatales y urbanizadores privados no están pensando en la ciudad en que nos convertiremos. Mollendo y Mejía terminarán siendo una misma urbe. Quién sabe si volveremos a denominar Chule al mismo espacio, pero sabemos que seguimos actuando pueblerinamente: ¿El margen de ampliación de la principal vía costera? ¿La separación para una ciclovía por la ex vía férrea? ¿Los amplios accesos a playas? ¿El agua realmente potable para todos? ¿El espantoso cableado que afea monumentos turísticos? ¿El aeropuerto?
Chule, no nos disculpes si en unas décadas convertimos tu paraíso natural en un porquerizo. Estamos a tiempo de darnos cuenta de que el verdadero valor de Islay es su amplio paisaje natural y cultural. No caigamos en el concreto arribismo de quien se siente menos saliendo de pequeños lugares e intenta por ello copiar urbes cada vez más cercadas y feas porque “es la modernidad”. Viví también en Lima y debo decirlo: yo me siento más que cualquier limeño viviendo en el honesto pueblo de Mejía que imagino genial al 2038.