Mollendo: en modo de criogenización

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Hace cuatro meses publicamos el artículo “El ocaso del verano y el albor del otoño” en referencia a los cambios de estación que en Mollendo generan una transformación citadina de lo agitada a lo  impasible o hasta adormecedora por la actividad social, comercial y económica que sus habitantes hacen o dejan de hacer.

PASÓ EL OTOÑO, SIN NOVEDAD

La llegada del otoño debiera mostrar una cualidad de aquellos que pretendan darle movimiento en diversos aspectos a esta sociedad. Esto hay que lamentar, pues no se dio, no se da y posiblemente tarde mucho en darse, si la actitud de sus habitantes, empresarios y autoridades sigue siendo la misma. La misma desde hace décadas.

NI SOSTENIBILIDAD NI SUSTENTABILIDAD

No se puede negar que existan propuestas durante el año para paliar estas deficiencias; no obstante son actividades de recreación, familiares, culturales, deportivas, etcétera, muy focalizadas a un tiempo corto. Por tanto no son sostenibles y menos sustentables. No existe una planificación integral que congregue el desarrollo socio-económico durante todo el año para que tenga razón de ser y se extienda en el tiempo.

CRUDEZA DEL INVIERNO MOLLENDINO

Es ahí en donde se aprecia – como que el clima lo predijera – una frialdad y crudeza propio del invierno mollendino, en donde muchos de sus ciudadanos entran en modo de criogenización para guardar sus inversiones, ideas de negocios y emprendimientos. Es que el frío ahuyenta esas intenciones y voluntades y, aunque las tuvieran, no existe el mercado ni los usuarios para darle movimiento al circulante. Así es todos los años.

Aún falta algo de cuatro meses para empezar a salir de la cámara criogénica que aletarga el optimismo y deseos de desarrollo y nuevamente se inicie el proceso de dinamismo económico que hacia el verano alborota y colapsa esta ciudad.

LA PASIVIDAD QUE ASUSTA A LOS INVERSIONISTAS

Para muestra un botón. Hace unos días, una empresaria arequipeña con vinculación mollendina, dedicada al rubro de entretenimiento infantil y familiar, llegó a esta ciudad con la intención de evaluar las condiciones para emprender una idea de negocio innovadora. En pocas palabras, hacer un estudio de mercado que le permita tener una idea real sobre la rentabilidad de su idea. Con tan solo iniciar los primeros bosquejos del estudio, se percibía ya esa parquedad innata en ciudades como Mollendo, que hibernan hasta el verano. Concluyentemente, me dijo: “La pasividad de esta ciudad asusta a los inversionistas”.

SIETE DÉCADAS EN LO MISMO

En pocas palabras, en la actualidad no existen condiciones para invertir, porque los consumidores atraviesan por diversas situaciones: falta de recursos, desconfianza a lo desconocido, refugiarse del frío bajo cinco frazadas hasta el verano o simplemente: conformarse con el estilo de vida que tienen desde hace casi 70 años en que el puerto de Mollendo dejó de darle vida a la ciudad.

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