POR: NOLBERTO ARATA HURTADO
Hacía años que no viajaba a Lima por transporte terrestre y hace poco lo hice en Transportes Moquegua. Buen servicio, pero con una información inicial engañosa: desde la pandemia ya no cuentan con terramoza o auxiliar de viaje, que sí dicen tener.
En el trayecto observé chocitas y pequeños sembríos como una seña indicando propiedad, pero están totalmente abandonadas y desocupadas. Me comentaron que es una forma de invasión y hacen las inscripciones porque si en el futuro hacen una irrigación o se instala una minera, sirve para reclamar derechos y beneficios.
También vi muchas poblaciones de larga existencia, pero con alarmantes signos de descuido o pobreza, sea porque ellos mismos o los gobiernos regionales o municipales no les brindan atención para mejorar su calidad de vida. Durante la noche, la iluminación pública es con luces mortecinas y muy distanciadas, que no garantizan una buena visión. Creo que deben dar gracias a Dios que en esos lugares no haya elevados niveles delincuenciales. En caso contrario, estaríamos lamentando muy altos índices de siniestros, robos y hasta asesinatos en las provincias, distritos o centros poblados de nuestro Perú.
También observé, a diferencia de los moqueguanos, que casi todos los cultivos colindantes con la Panamericana estaban cercados con largas mallas, calaminas, de ladrillo o con prefabricados.
Al llegar a Lima, se ven kilométricos cercos a ambos lados de la Panamericana con carteles de «Propiedad Privada».
Las viviendas, mayormente, son de dos o más pisos, aunque la mayoría son edificaciones de mayor altura, con las fachadas pintadas con diversidad de colores.
El tránsito es un pandemonium, los atascos gigantescos y los cláxones ensordecedores, como si tuviesen la propiedad de desintegrar todos los vehículos que anteceden para poder avanzar.
Transportes Moquegua te puede llevar también a Plaza Norte, que es un gran centro con más de 500 empresas que cubren rutas de todo el país.
En Lima estuve hospedado en Los Olivos, y trasladarme al centro significaba mínimo hora y media. Los servicios convencionales de bus o micros te demandan casi siempre dos horas o más. El servicio del Metropolitano es relativamente rápido, pero de alta ocupación. Se ingresa solo con tarjetas. Hay también rutas troncales por las más importantes avenidas y el acceso también es con tarjetas; excepcionalmente el conductor acepta pago en efectivo.
El viaje de retorno fue por la Costanera, y como ya era de día, pude observar los diversos tipos de cultivo, muchos de ellos diferentes a los moqueguanos. Por ejemplo, el cultivo del arroz. Vi diversos tipos de surcos, lo que significa otros tipos de cultivo, entre ellos la caña de azúcar en el valle de Chucarapi.
También grandes extensiones con galpones para la crianza de pollos y gallinas.
Las urbanizaciones cercanas a las playas —algunas— han afectado la naturaleza del suelo, pues se nota una alta acidificación, y en muchas áreas se ha secado la vegetación, tanto a nivel del suelo como en los árboles. Un verdadero atentado ecológico.
Estas observaciones me han permitido analizar la necesidad de mucha aplicación tecnológica para mejores logros productivos, y los CITE tienen una función muy importante para brindar apoyo y orientación en tan diversos tipos de cultivo.
Definitivamente que nuestro valle moqueguano es un privilegiado, con los tipos de cultivo desde casi la orilla del mar con las aceitunas, luego los frutales —fundamentalmente la vid— y otros como las lúcumas, pacaes, chirimoyas, damascos, mangos y más.
Alegría plena de vivir en Moquegua, con abundante sol, deliciosos dulces, comidas y con taxis de cinco soles que en cinco minutos te llevan a cualquier lugar.
¡Viva mi Moquegua, tierra bendecida!