POR: FERNANDO VALDIVIA CORREA
Hemos sido testigos de excepción de la estrepitosa caída de uno de los periodistas con mayor éxito en la televisión y radio a nivel nacional: Mauricio Fernandini Arbulú, actualmente con detención preliminar por presuntos actos de corrupción. ¿Cómo tirar por el tacho más de treinta años de carrera en tan poco tiempo? Está claro que dinero no le faltaba. Poder tampoco. Estaba en actividad, y tenía trayectoria para rato. Así, para entender las razones, o siquiera intentarlo, hay que analizarlo desde otro ángulo.
George Bernard Shaw dijo alguna vez que “el dinero no es nada, pero mucho dinero, eso ya es otra cosa”. Entonces, nos referimos a corrupción. Y al más alto nivel. Quienes llevaron a la presidencia a Pedro Castillo Terrones, lo hicieron amparándose en el anti fujimorismo. Esa fue la fachada perfecta, pero la realidad era seguir enquistados en el Ejecutivo, a través de ministerios, programas de gobierno, etc. En suma, continuar enriqueciéndose a costa del bolsillo de todos los peruanos.
Y lo lograron, hasta que llegó Dina Boluarte. Y ella no se alineó con la agenda caviar. Más aún, ordenó expectorarlos e investigarlos. Muestra de ello lo dio el entonces titular de Educación, Oscar Becerra, al afirmar que en los últimos diez años las consultorías en su portafolio fueron de más de S/ 700 millones. De inmediato, la caviarada en pleno saltaron al techo negándolo.
Seguidamente, aparecieron indicios de irregularidades, y porque no decirlo ilegalidades, cometidas por ilustres representantes caviares. Mirtha Vásquez y Pedro Francke comprometidos seriamente por haber firmado el controvertido Decreto de Urgencia 102-2021 que propició un festín para familiares y allegados del golpista Castillo; razón por la cual son investigados por el Ministerio Público y el Congreso de la República. Igualmente está la legisladora Susel Paredes con los más de S/ 3 millones recibidos por su esposa en contratos con el Ministerio de Defensa en el periodo 2020-2021. Y, en la misma línea, la también parlamentaria Sigrid Bazán, quien a los 23 años y sin oficio conocido, adquirió un departamento por US$ 165 mil, para luego años después convertirse en una afortunada acumuladora de riqueza por más de US$ 400 mil. Todos estos personajes comparten algo en común: Se autodefinen como abanderados en lucha contra la corrupción, y exigen la salida de Boluarte Zegarra.
Paralelamente, en el terreno judicial la situación ha mejorado, en algo siquiera. A la defenestración de Zoraida Ávalos del cargo de Fiscal Supremo, todo parece indicar que igual destino correrán Rafael Vela y José Domingo Pérez, otrora vacas sagradas del vizcarrismo. Por estos motivos, y quizá otros más que irán descubriéndose en los días y semanas venideros, los caviares apoyan la denominada “tercera toma de Lima”, pretexto ideal para forzar la renuncia de doña Dina.
Es evidente entonces que la captura y puesta en prisión de Fernandini Arbulú es solo la punta del iceberg de toda una organización delictiva que cooptó el gobierno de Castillo Terrones, y con la vacancia ven peligrar no solo sus turbios negocios, sino además de sus libertades.
En resumen, lo cierto es que Mauricio Fernandini no estaba solo. La gran interrogante flotante es ¿alguien más lo acompañará?