POR: VICENTE ANTONIO ZEBALLOS SALINAS
Empezó el Jurado Nacional de Elecciones a revisar las impugnaciones a lo resuelto por los Jurados Electorales Especiales, y en pleno proceso la renuncia de uno de sus miembros, Luis Arce Córdova, se queda sin quórum, ante la ausencia del representante del Colegio de Abogados de Lima, por contenciosos internos.
Y es necesario precisarlo, porque incluso Fuerza Popular, a través de uno de sus abogados ha manifestado que reconocerá la decisión de las instancias electorales. Y en ese contexto, ya no hablemos sólo de la OEA, sino casi al unísono la comunidad internacional se manifiesta por la validación del proceso electoral peruano, esperando el pronunciamiento final del JNE. Lo que no evita que la proclamación de resultados finales se dilate y casi con lo justo se llegaría al cumplimiento de plazos para los procesos de trasferencia.
Y valgan verdades, hay una evidente estrategia para hacer uso y desuso de los mecanismos institucionales para entorpecer el proceso. Hábeas Data para que la ONPE entregue las listas de electores por mesa de sufragio, rechazado. Proceso de amparo, para anular la segunda vuelta electoral, rechazado. Masivas impugnaciones de nulidades de actas, como se percibe en sus primeras resoluciones del JNE, serán rechazadas. Y sobreviniendo a las circunstancias, ahora se pide una auditoria a la OEA, no común y descalificaría el trabajo de la Misión de observadores de la OEA, que hicieron ya su evaluación del proceso y lo hicieron público.
Recientemente el Poder Ejecutivo anunció que todos los sectores vienen trabajando para hacer una transferencia ordenada y transparente, y que semana tras semanas cada sector hará una rendición de cuentas o balance de las acciones emprendidas en cada sector.
En una manifestación pública de este último sábado, Pedro Castillo pedía a Julio Velarde-quien había anunciado días atrás, que se va-, para que continúe al frente del BCR y “dar tranquilidad, no solo económica, sino abrir las puertas para las grandes inversiones en Perú”. Estos actos, nos ubican en dos escenarios inmediatos: el proceso de transferencia y el ejercicio de Gobierno. Que, por cierto, no se presentan tan alentadores como lo quisiéramos. Y más allá del proceso electoral, no habrá sosiego, porque la experiencia de nuestro pasado inmediato y lo compartido en estos días nos anuncian de un panorama político nada reconfortante y tranquilizador.
Esta indefinición en la que esta inmersa la segunda vuelta, hasta que se formalicen los resultados finales, no tiene porqué distraer a los equipos de Pedro Castillo, aún ante la descalificación-como ya lo han hecho de autoproclamarse “presidente electo”-, no puede desentenderse, debe ya estructurar su equipo de gestión política, su soporte técnico y definir dentro de su propuesta de gobierno, las prioridades de atención, cómo se van a plantear los principales ejes de su oferta electoral. Lo que encontramos es mucha parsimonia, se trasmite aún improvisación y falta de liderazgo.
La pregunta pertinente es -fuera de escena este lio electoral- ¿el debate político se centraliza en el nuevo ejercicio de gobierno? Si. ¿Y ya se está afinando o definiendo?
El soporte es el ciudadano, y tiene que respondérsele con sobriedad desde las etapas previas a la gestión de gobierno. A partir de la proclamación, se conducirán los destinos de todo un país, de quienes votaron por él y quienes no, y ambos auditaran la gestión. No será nada sencillo, la predictibilidad cuenta.
En reciente reunión con los Gobiernos Regionales en el Cuzco, Pedro Castillo ratificaba el mensaje de “nueva Constitución”, y por otro lado Pedro Francke, su más destacado refuerzo en estos últimos tramos, el verdadero articulador con “las izquierdas” y con el sector empresarial, por la sobriedad de su mensaje, manifestaba todo lo contrario “no es indispensable cambiar la Constitución”. Evidencia que no se viene articulando un discurso o hay aún compartimientos estancos que no se superan.
Como está el proceso electoral en curso, y a pesar de las presiones de todo calibre, el sistema electoral se muestra consistente. El nuevo Gobierno, tendrá un vecino de la plaza Bolívar, con mayoría parlamentaria opositora, auguramos entendimiento por la gobernabilidad; sin embargo, distintos voceros de este nuevo Congreso, son quienes vienen asumiendo desde ya activismo opositor.
La prensa nacional, qué duda cabe y con rarísimas excepciones, muestra su carencia de independencia y respeto a sus audiencias, será la que acompañará a la nueva gestión de Gobierno, sin ninguna rectificación o gesto que evidencie objetividad; por consiguiente, un duro contrincante mediático lo acompañará.
El margen de diferencia entre uno u otro candidato es sumamente estrecho, en números enteros, estamos partidos en dos mitades, una con esperanza y otra con miedos, construcciones de la política. Es a ellos a quienes se tiene que responder por igual, sin sesgos ni revanchismos, un gobierno para todos. Y ambos con la legitimidad de escudriñar la gestión, y como era hasta hace poco usual, esta vez no habrá “luna de miel”. El gran empresariado, entregó todas sus cartas a ganador, sin reparo ni escrúpulo alguno, su actuar fue manifiesto, y desde sus trincheras sembraron la desconfianza y la inestabilidad, y aún no se percibe un posicionamiento frente a una verdad incómoda.
Tiempos difíciles, pero también tiempos de necesarios cambios. Cada problema trae consigo una oportunidad, y esta vez nos permite mirar a profundidad las debilidades estructurales ya no sólo de servicios, sino también las debilidades institucionales que deben motivarnos a mayores esfuerzos por consolidar nuestro sistema democrático. Recojo de mis apuntes a Winston Churchill “la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás”