POR: DR. RAFAEL ENRIQUE AZÓCAR PRADO
- Un médico hace diagnósticos falsos para ganar dinero a través de las grandes empresas farmacéuticas que le pagan por engañar a pacientes y someterlos a los costosos y largos tratamientos con fármacos que nunca necesitaron.
- Un ingeniero reduce la cantidad de cemento y fierro en la construcción de bloques y columnas de viviendas populares, y éstas pueden colapsar. Le importa lo más mínimo si éstas viviendas se caen ante un leve terremoto. Todo por llevarse dinero a sus bolsillos.
- Un abogado que defiende a un asesino sabiendo que lo es, pero consigue su libertad falseando pruebas, comprando testigos y amenazando a sus acusadores. No le importa si este asesino sigue matando con saña y alevosía.
- Un mal vecino que falsifica documentos para desalojar a una anciana de su vivienda. Se apodera de dicha vivienda con amenazas y auxilio de la «Justicia». Le es indiferente si la anciana muere días después víctima de la enorme tristeza a verse durmiendo en la calle y despojada de su único bien: su casa.
- Un hijo que borracho (y a veces ecuánime) golpea a su propia madre.
- Una hija que bota a su padre a la calle, y lo condena así a la miseria y a la indigencia.
- Una autoridad que se apropia de parte del presupuesto destinado a la compra de alimentos para los más pobres.
- Un «especialista» en medicina natural que mezcla sustancias químicas tóxicas y las ofrece a gente desesperada por curar sus enfermedades (plata coloidal, por ejemplo). Se hace millonario con esta patraña.
- Una familia entera dedicada a la trata de personas. Sus víctimas son de preferencia, adolescentes y mujeres muy pobres.
- La lista sigue….
Sin embargo, la gente ya se «anestesió» ante la conducta de estos «monstruos». Incluso si éstos siguen actuando con total impunidad. Hasta pueden ser nuestros vecinos, y algunos pueden ser figuras importantes en la comunidad. La ciudadanía se acostumbró a estos «monstruos». Para la mayoría de la gente, los «monstruos» son otros.