La transición energética como factor de ordenamiento territorial de Moquegua (II)

POR: JONÁS FIGUEROA SALAS (ARQUITECTO URBANISTA)     

En temas relacionados con el ordenamiento territorial de una región con las características espaciales y funcionales tal cual es Moquegua, debemos actuar con pensamiento estratégico. Es decir que las potenciales operaciones productivas, económicas, sociales, etc. tengan varias líneas de acción que resuelvan de paso los problemas estructurales de la región.

La transición desde las energías fósiles a las renovables, nos pone en bandeja la posibilidad de fundar una ocupación equilibrada del territorio, mediante la creación de nuevos centros poblados asociados con las plantas eléctricas, atendiendo de paso a la promoción de nuevas actividades productivas y mejorando los aspectos ambientales y rendimientos de calidad de la actual producción pisquera, vinífera, frutícola, pesquera, legumbres y hortalizas orgánicas, etc. ampliando la frontera agrícola con energías limpias y agua desalinizada. También, accediendo a la producción de hidrógeno verde, el combustible del futuro; futuro que espera que autoridades, fuerzas productivas y la sociedad moqueguana toda le abran la puerta.

Hoy se habla de la instalación de la planta petroquímica en el puerto de Ilo y de la necesidad de disponer de gas para su funcionamiento. De acuerdo con antecedentes históricos, las actividades petroquímicas son altamente nocivas para el medioambiente, para el ser humano, la flora y la fauna. Entonces, por qué no analizar y estudiar una propia implantación donde sea posible aplicar energías renovables y todas las previsiones, prevenciones y mitigaciones ambientales requeridas y de paso, generar poblamiento de nuevas zonas, hoy prácticamente vacías. Con las actividades industriales de la minería, las portuarias y depósitos de combustibles, la ciudad puerto de Ilo está sobrecargada de amenazas ambientales y esto debe llevarnos a actuar con inteligencia estratégica, anticipándonos a un futuro colmado de incertidumbres políticas, económicas, ambientales, sanitarias y climáticas, entre otras.

Hoy el mundo desarrollado espera que los países productores de materias primas y alimentos, tal cual es el Perú, respondan con certeza a las nuevas normas que comenzaran a aplicarse para el cumplimiento de la emisión de carbono cero. Y su aplicación viene ya bajo la presión de los propios productores nativos de los países desarrollados, que exigen que los productos que llegan a sus mercados desde ultramar, cumplan con la normativa o de lo contrario lleven una recarga impositiva. Por eso es importante equilibrar las cargas productivas y también las cargas ambientales en el territorio mediante la aplicación estratégica de un plan o proyecto de ordenamiento territorial, que distribuya actividades de acuerdo a las capacidades de acogida y potencialidades del territorio.

De acuerdo con experiencias en la materia llevadas a cabo en Europa, el mercado común se funda en un acuerdo comercial entre regiones. Con el tiempo, sus resultados son altamente dependientes de un propio sistema urbano consolidado, que, en el caso peruano, muy pocas regiones registran. Es decir, un sistema estructurado y altamente especializado de ciudades capitales regionales de primer rango y tamaño, abastecedoras de servicio de calidad; ciudades medias relacionadas con las potencialidades productivas industriales del territorio y pequeños centros poblados, especializados en actividades extractivas y primarias. Todos ellos relacionados con buenas infraestructuras y servicios de transportes ferroviarios y camineros de primer orden y alta calidad, buenas relaciones aéreas con las regiones circundantes nacionales e internacionales.

Debemos comenzar a formular de modo participativo, planes de ordenamiento territorial de escala regional y también de escala provincial desde hoy, porque mañana ya es tarde, que consigne la identidad y el destino de Moquegua.

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