POR: JULIO FAILOC RIVAS
Mario Vargas Llosa y Pedro Cateriano tuvieron la oportunidad de ser los grandes mediadores de la ciudadanía para exigir -en democracia- un gobierno y congreso de emergencia de coalición nacional para enfrentar la crisis económica y sanitaria, cualquiera que salga elegido. Y, por el contrario, se colocaron a favor del fujimorismo, quienes en otrora fueron sus grandes enemigos, por justamente ser expresión de una dictadura que hoy se le acusa a Pedro Castillo.
A ello se ha sumado una pésima estrategia de campaña de alineamiento de todos contra el profesor Castillo que no solo ha terminado favoreciendo, sino que también ha comprometido símbolos que hasta ahora nos había juntado. Usar los símbolos patrios y a algunos jugadores de la selección en una campaña de polarización y de enfrentamiento entre dos candidatos ha sido la peor de las ideas trasnochada. Una muestra del fracaso de esta estrategia de campaña son los resultados de las encuestas que dan una ventaja a favor de Castillo a pesar de la campaña de demolición.
El debate entre los técnicos del domingo 23 de mayo ha sido más político que otra cosa y no ha tenido el efecto sobre el electorado que esperaban. Fuerza Popular perdió la oportunidad de plantear mensajes en torno a la descentralización y la necesidad de ajustar en el modelo económico que permita humanizarlo y acercarse más al electorado del interior del país que es donde necesita capturar votos para ganar las elecciones; y por su lado, Perú Libre no fue lo suficientemente claro como para zanjar con el San Benito chavismo que le achacan y ahuyente el fantasma del comunismo que al parecer solo recorre en Lima. Un mensaje de tranquilidad para los limeños puede asegurar a victoria holgada al profesor Pedro Castillo.
No obstante, ninguno de los dos candidatos, para la percepción ciudadana, ha dejado de ser un riesgo para la democracia. Si gana la señora Fujimori ya sabemos lo que pasará, pero si gana Pedro, Castillo con una gran holgura, pueda que los sectores radicales al interior de Perú Libre se envalentonen y pongan en riesgo la posibilidad de un gobierno amplio que ayude a enfrentar la crisis sanitaria y económica.
Uno de los puntos que no se tocado con propiedad es la reconstrucción económica. Para nosotros el proceso de reactivación económica requiere de acciones y de medidas complementarias que respondan a las realidades concretas y específicas de cada uno de los departamentos. La descentralización de la reactivación económica es un imperativo porque ya no es posible conducir este proceso de reactivación desde Lima, a espaldas y sin la participación de las autoridades políticas y de los empresarios locales.
Han sido muy limitadas las iniciativas de los gobiernos locales y regionales, mientras los colectivos y organizaciones de productores, gremios de pequeños y microempresarios, y de las cámaras de comercio mostraban interés para sumarse al proceso de reactivación económica, lo que lamentablemente no tuvo eco en sus autoridades. Por lo que los aquí presentes demandamos la descentralización del proceso de reactivación y de reconstrucción devastada por la pandemia.
Requerimos en primer lugar un diseño concertado y participativo del Plan de Reactivación Económica descentralizado en donde participen todos los actores involucrados, en la que se planteen –además de propuestas concretas para la reactivación económica– una serie de demandas al Estado en sus diferentes niveles de gobierno que permita incrementar el consumo interno y la demanda local. Pero además de ello, la propuesta debería de incluir los compromisos de los gremios empresariales para la reactivación económica, sobre todo los aspectos relacionados con el cuidado y la protección de la salud de los trabajadores.
Los planes de reactivación deben de contar con una instancia que involucre a todos los actores para garantizar la ejecución del plan y un manejo transparente de los recursos destinados para este fin.
Ha habido iniciativas que no paren interesantes, tales como la transferencia directa del 40 % del canon minero, sin embargo, los montos a distribuir no solo son diferentes en cada región, sino que son muy pequeños. No obstante, es posible focalizar la aplicación de este 40 %, destinándolo al proceso de reactivación económica, priorizando a pequeños y micros empresarios formales e informales no beneficiados por el programa Reactiva Perú. En ese sentido planteamos las siguientes medidas:
PRIMERO
Garantizar un diseño concertado y participativo de los Planes de Reactivación y Reconstrucción Económica –que garantice la reconstrucción económica diversificada y diferenciada con fomento a la micro y pequeña empresa, el autoempleo y el empleo decente– se debe encargar a los gobiernos regionales (en coordinación con los gobiernos locales provinciales) el liderazgo de este proceso y al CEPLAN el acompañamiento de este con personal operando en cada departamento.
SEGUNDO
Conformar en cada departamento un consejo para la Reactivación y Reconstrucción económica, conformado por representantes del GORE, los alcaldes provinciales, la cámara de comercio y los gremios de la micro y pequeña empresa, y los productores y agricultores, el mismo que dará seguimiento y monitoreará la ejecución del Plan, así como de la vigilancia para el manejo transparente de los recursos económicos destinados para este fin.
TERCERO
Autorizar a los gobiernos locales y regionales el uso del 40 % de los recursos del canon minero para el financiamiento de la ejecución del Plan de Reactivación y Reconstrucción Económica y/o creación de fondos de créditos para la micro y pequeña empresa, priorizando aquellos que no han sido beneficiarios del programa Reactiva Perú.
Una reactivación económica que no se aborde de manera descentralizada, que no produzca cambios en los empresarios, trabajadores y el Estado será una muestra más de que hemos fracasado como sociedad.