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La Punta de Camaná y su ensueño

Singular es el caso el de la Playa La Punta de Camaná que por un lado atrae turistas veraniegos por su hermosa y extensa playa y por otro no logra el ensueño de modernizarse con buenos servicios.

POR: ECONOMISTA JORGE ACOSTA ZEVALLOS   

Después de dos años de para de la concurrencia a las playas, la reactivación ha comenzado lentamente entre temores y embestidas. El verano atrae al esparcimiento y recreación en las diferentes playas de nuestro litoral.

Si bien, comparativamente a de otros países, nuestras playas son pequeñas, frías y de limitada infraestructura, son también fuente de ingresos y desarrollo de algunas ciudades, asentamientos o poblados.

Este el caso de la playa La Punta de Camaná que antes del Covid 19 en los primeros días del año atraían un aproximado de 70 mil bañistas y en las semanas siguientes 60 mil playeros. Esta playa se convirtió en punto de destino para una clase media emergente principalmente de Arequipa y sus provincias vecinas como espacio alternativo a la veraniegas y embravecidas mollendinas y la inalcanzables de Mejía.

La Punta hace más de 25 años comenzó a crecer vertiginosamente por su posibilidad de construcción de casas veraniegas, su gran extensión y ancho adecuado de playa con arena fina, oleaje moderado, la cercanía abastecedora de alimentos del pueblo arrocero, el pase colindante de la carretera Panamericana y su ubicación cardinal no mirando el mar al Oeste sino al Sur Oeste.

En el periodo desde los últimos años del XX se asientan consecutivamente urbanizaciones con material de cemento, espaciosas y de pisos. La concurrencia se incrementa intensamente entre los últimos días de diciembre hasta el mes de abril. En consecuencia, se construyen hoteles y hostales, discotecas, restaurantes, bares y tiendas de abarrotes.

El lote según su localización se eleva entre los 50 mil y 100 mil dólares y llegan cada vez más jóvenes que quieren divertirse, bailar, conversar y hacerse de amigos y enamoramientos. El negocio de los bailes, conciertos y venta de bebidas comidas al paso, tragos es pan de todos los días y más en los fines de semana.

Algunos presumen que será el nuevo Asia o el mejor Balneario del sur. Ayuda a esta deducción que en algunas temporadas el agua está más entibiada y el día sol es de más horas que en otras playas. Sin embargo, la carente visión de lo que debería ser esta playa, segundo la débil gestión pública concentrada en las autoridades camanejas, la estacional habitabilidad de la gente (solo en verano) y fundamentalmente la intensa informalidad de sus emprendimientos.

De resultados tenemos un gobierno local sin ingresos, las casas con agua y sin desagües, las calles sin veredas ni asfaltado, el malecón mínimamente construido, su principal vía paralela a la mar atosigada de vehículos estacionados por doquier, la presencia de ramadas con material no saludable e higiénico, los vendedores ambulantes compitiendo por el cliente sin orden, la venta de comidas y bebidas en la playa.

Y la fatalidad no fue solo lo anterior, en el 2001 ocurrió, a raíz del terremoto que azoto al sur de país, la salida del mar hacia la parte de las viviendas cercanas a la orilla afectándolas gravemente. La consecuencia fue la desconfianza de vivir en esta playa, la construcción de viviendas decayó verticalmente, así como la deserción de muchos de sus veraneantes y el remate de las casas de verano se incrementó.

Y a pesar de lo caótico permanente y el pánico de probables maretazos, el tiempo aportara la tranquilidad y nuevamente la Punta de Camaná recobrara sus bríos. Como decíamos líneas arriba antes de la pandemia llegaran miles de turistas a esta bondadosa playa, También sucumbirá como toda playa a las restricciones del COVID 19. Este 2022 está viviendo el reto de la reactivación, ha comenzado a recontar la presencia de centenares de habitantes veraniegos, presencia de turistas, apertura de los negocios y por tanto es el comienzo de una nueva etapa que será mejor el 2023.

Singular es el caso el de la Playa La Punta de Camaná que por un lado atrae turistas veraniegos por su hermosa y extensa playa y por otro no logra el ensueño de modernizarse con buenos servicios. Este dilema les ocurre a otras playas, sus potencialidades y oportunidades no se convierten en espacios de desarrollo económico, cuidado ambiental, pleno esparcimiento y recreación.

Y es que nada se hace por sí solo, se necesita políticas públicas que miren a las playas como posibilidad de negocios, empleo, desarrollo inclusivo, calidad de vida, alegría y aporte al bienestar general. Es un tema que en nuestro país no se ha aplicado y las playas no lo son como en otros países en que se constituyen en las verdaderas industrias sin chimeneas.

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