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25 noviembre, 2024 10:17 pm

La “normalidad” presidencial

POR: MAURICIO AGUIRRE CORVALÁN    

La salida del gabinete del Ministro de Defensa Walter Ayala después de varios días de estar contra la pared acusado de haber querido meter la mano en los ascensos del Ejército y la Fuerza Aérea, es una muestra más de que al presidente Pedro Castillo le gusta desangrarse en cada crisis antes de tomar la decisión de resolverla.

Pero el paso al costado de Ayala no es el final de una crisis, y quizá tampoco el comienzo de una nueva. Es sólo un episodio más dentro de lo que es la “normalidad” del gobierno de Pedro Castillo. Al presidente parece atraerle la crisis permanente, la tentación del abismo. La premier Mirtha Vásquez lo empieza a conocer y desaparece de escena, Vladimir Cerrón ya lo conoce, aplaude, y lo incentiva desde su cuenta de Twitter.

Mientras, otros ministros hacen cola para evitar que el presidente Pedro Castillo salga de su estado de “normalidad”. Juan Silva de Transportes con su pacto con los transportistas para traerse abajo la reforma del sector, Carlos Gallardo de Educación y su jugada en pared con los profesores socios del Presidente para acabar con la meritocracia magisterial, y Eduardo González de Energía y Minas poniéndole cabe a la renegociación del contrato del gas de Camisea.

Tras despedir a Guido Bellido de la Presidencia del Consejo de Ministros, el Presidente se sacudió un poco de Perú Libre y convenció a Mirtha Vásquez para que lidere el gabinete y pueda llevar al gobierno por rumbos más sensatos. Parece que al Mandatario el entusiasmo le duró poco. La crisis que generó la salida de Luis Barranzuela del Ministerio del Interior también fue una larga agonía y significó un importante desgaste del liderazgo de Mirtha Vásquez al frente del gabinete. A eso hay que sumarle la renuncia de Ayala a Defensa, que trajo como daño colateral la desaparición por varios días de Vásquez de la escena pública.

La propia ministra de Cultura Gisela Ortiz ha reconocido en el portal Sudaca que “hay mucha presión de Perú Libre para ocupar algunos puestos”, además de las propias decisiones del presidente Castillo para designar ministros. Cómo conciliar las cuotas de Perú Libre y los compromisos del Mandatario con la necesidad de tener ministros de su confianza, es algo a lo que Vásquez todavía no le ha encontrado la vuelta, y parece que el tiempo se le acaba para intentar hacer magia dentro de lo indescifrable que sigue siendo el Presidente.

Mientras tanto, Vladimir Cerrón disfruta echando más gasolina a la hoguera. Presiona por la salida de Mirtha Vásquez y para que el Presidente se deshaga del apoyo de Juntos por el Perú, Nuevo Perú y el Frente Amplio, y no tenga más remedio que volver a refugiarse en los brazos de su socio primigenio. Para eso a Cerrón le sobra astucia. Ya lo dijimos semanas atrás cuando escribimos sobre la estrategia Cerrón tras la salida de Guido Bellido del gabinete.

El líder de Perú Libre busca volver a acumular poder, y para eso sabe que la estrategia pasa por agudizar las contradicciones dentro del gobierno, y en especial en el gabinete, debilitar a la premier Mirtha Vásquez y así aislar al propio presidente Pedro Castillo, que sintiéndose en soledad se verá obligado nuevamente a acercarse a Perú Libre. El actual apoyo de los otros partidos de izquierda es precario y puede ser efímero, y eso lo sabe muy bien un viejo zorro como Cerrón.

¿Cuánto tiempo más resistirá Mirtha Vásquez el estado de “normalidad” del presidente Pedro Castillo y su atracción por las crisis interminables? Difícil saberlo. Lo único cierto es que los tiempos de Vásquez parecen acortarse, y sin tiempo añadido a la vista.

Análisis & Opinión