POR: ARNULFO BENAVENTE DÍAZ
Saludar es dar un relieve importante a una persona, es como colocar un nombre en el Paseo de la Fama de Hollywood. Saludar tiene un impacto significativo en nuestras vidas y en las relaciones con los demás. Algunas veces no reflexionamos sobre el poder de un saludo, pero en realidad es una forma de mostrar respeto, cortesía y apertura hacia los demás.
En primer lugar, saludar es una muestra de educación y buenos modales. Al saludar, reconocemos la presencia de la otra persona y le damos importancia. Es una manera de mostrar consideración y cortesía, independientemente de si conocemos o no a la persona. Un saludo amable y sincero puede marcar la diferencia en el inicio de una conversación o en el establecimiento de una relación positiva.
Además, saludar crea un ambiente acogedor y promueve la unidad humana. Cuando saludamos a alguien, estamos reconociendo su existencia y mostrando interés por su bienestar. Esto puede generar un sentimiento de pertenencia y hacer que la otra persona se sienta valorada y respetada. Un simple saludo puede abrir la puerta a nuevas amistades, oportunidades laborales e incluso a momentos de alegría y felicidad compartida.
Un saludo amable puede alegrar el día de alguien y levantar su ánimo de vivir. Además, saludar puede ser especialmente importante para las personas que se sienten solas o excluidas.
Un saludo amable y sincero puede marcar la diferencia en nuestras relaciones y en la forma en que nos percibimos a nosotros mismos.
Cuando no responden un saludo oral o escrito, es porque no escuchó bien o ya no reconocen la existencia de la persona por algún motivo especial o personal. Es una ofensa, una cachetada, es enviar al infierno de la indiferencia.
El filósofo griego Aristóteles dijo que el ser humano es político y comunicativo, pero aquel que no lo es, o es una bestia o un Dios.