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19 septiembre, 2024 10:35 am

La deuda pendiente con el deporte en Moquegua

A pesar de los esfuerzos individuales y el talento presente, la falta de infraestructura adecuada y políticas de apoyo significativas limitan el potencial de los jóvenes deportistas.

POR: GUSTAVO PINO    

A finales del 2009, recibí una carta que cambiaría mi vida: una invitación para participar en la preselección de los Juegos Trasandinos 2010, que se llevarían a cabo en Iquique, Chile. Habían pasado cuatro años desde que participé en competiciones deportivas escolares, específicamente en los 150 metros planos, donde me coroné campeón macro regional. Durante ese tiempo, me alejé del deporte, sumergiéndome en un mundo de fiestas, bebidas y cigarrillos. Sin embargo, el fuego de la competencia aún ardía en mí, y eso fue suficiente para hacerme competir y clasificar para la preselección.

Lo que siguió fue un reto aún mayor: los entrenamientos. En Moquegua, no había un entrenador disponible ni un lugar adecuado para practicar. El estadio 25 de Noviembre, que había sido mi campo de entrenamiento en años anteriores, estaba en proceso de renovación. Este proceso, que se extendió por años, estaba por culminar en 2009, pero la realidad es que aún no estaba disponible. Ante la falta de instalaciones adecuadas, me vi obligado a entrenar en una cancha de tierra en Chen Chen, utilizando la geografía urbana para ejercicios de potencia y reacción. Las condiciones eran paupérrimas, y, lamentablemente, aún lo son.

A pesar de estas adversidades, hubo personas que aparecieron en mi camino para ofrecerme su apoyo. Franko Velásquez, quien acababa de regresar de Cuba tras recibir una beca para ser docente en temas deportivos, fue uno de ellos. Gracias a sus entrenamientos y consejos, logré clasificar como representante en pruebas de 100 y 200 metros planos para los Juegos Trasandinos. También tuve la fortuna de recibir el apoyo de entrenadores del IPD Moquegua, como Nadia Pinto y Richar Vera, quienes contribuyeron a mi desarrollo como atleta.

Al año siguiente, el destino me llevó a Arequipa para estudiar la carrera que hoy ejerzo. En ese interín, hice una prueba en el estadio Melgar con el profesor cubano Julio Pérez, y fui seleccionado para entrenar con él. Esta experiencia me permitió conocer a grandes amigos y atletas destacados de alto rendimiento, como Julio Pérez y Mario Bazán, este último quien años después se coronaría medallista de bronce en los Juegos Panamericanos de Lima 2019.

Aunque en 2010 Mario ya saboreaba la victoria, ostentando récords nacionales y sudamericanos en diversas pruebas de atletismo, la convivencia con él y su esposa Andrea Ferris me permitió aprender valiosas lecciones sobre el sacrificio y la dedicación en el deporte.

Sin embargo, nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo económico de Marita Letts, una próspera empresaria de la capital y tía del escritor Jaime Bayly. Gracias a ella, pude obtener el mejor tiempo en juveniles en la macrorregión sur y competir en los eventos nacionales de aquella época, donde logré ser campeón nacional de mayores en la posta 4×100 y obtener el cuarto puesto a nivel juvenil en los 100 metros. Todo esto en una experiencia que duró alrededor de cinco meses.

Pero las condiciones para los atletas en Moquegua desde mucho antes del 2009 hasta hoy son lamentables. El estadio 25 de Noviembre, que finalmente se remodeló, resultó tener una pista poco recomendable para la integridad de los atletas y, además, no cumplía con las medidas necesarias para ser una pista oficial. No existían políticas deportivas que brindaran a los jóvenes con talento el apoyo necesario para sobresalir a nivel nacional. Mi experiencia, aunque personal, es un reflejo de una realidad más amplia. Imaginen lo que podría lograr un atleta con un año o más de entrenamientos en doble horario, cada día, con el apoyo adecuado. Sin embargo, más de 14 años después, las condiciones siguen siendo igual o peor de deplorables.

La historia que comparto seguramente es superada por la de otros atletas de la región, pero el punto central es la deuda pendiente con el deporte en Moquegua. A pesar de los esfuerzos individuales y el talento presente, la falta de infraestructura adecuada y políticas de apoyo significativas limitan el potencial de los jóvenes deportistas. Es necesario que las autoridades locales y regionales tomen conciencia de esta situación y actúen en consecuencia. La promoción del deporte no solo beneficia a los atletas, sino que también contribuye al desarrollo social y económico de la región.

Análisis & Opinión