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7 abril, 2025 3:36 pm

La crisis de los combustibles de Bolivia

La crisis económica de Bolivia, marcada por la escasez de dólares y la dependencia del combustible importado, abre también un reto y una oportunidad para los puertos del sur del Perú.

POR: JORGE ACOSTA ZEVALLOS (ECONOMISTA DEL CEOP ILO)     

El país del altiplano vive una crisis económica que se está convirtiendo en continua. El milagro boliviano de crecimiento es cosa del pasado; el presente es de incertidumbre y callejón sin salida. Los expertos la han denominado la crisis de los combustibles y de los dólares. A nuestro entender, primero está la insuperable dependencia de la importación de combustibles y la reducción de la explotación de gas.

Siguió el déficit en la balanza comercial, pues eran más los dólares que salían por las importaciones que los que ingresaban por las exportaciones. Y uno de los bienes que más ingresaban al país del altiplano es el diésel y la gasolina; por ellos hay que pagar con dólares. Es obvio que, para compensar el desequilibrio, se debe impulsar más las exportaciones. Sin embargo, el gas —principal bien de venta al mercado exterior— se cae. En consecuencia, escasean los dólares, y las empresas y el gobierno requieren de esta moneda internacional para comprar combustible y otros insumos del mercado internacional.

En la economía, los compartimientos no son estancos, y los siguientes afectados serán el propio Estado, que no capta impuestos, y la población, que ve incrementarse los precios del transporte, los alimentos y la pérdida del poder adquisitivo de su moneda.

Pero ¿por qué Bolivia del crecimiento ha pasado al decrecimiento? Difícil de responder en solo unas cuantas líneas para un país excluido de salida directa al mar, históricamente atravesado por golpes de Estado y que entrega sus recursos naturales sin compensaciones justas. La nacionalización de los recursos naturales de Evo Morales fue insuficiente. Faltó la diversificación de la producción, gestionar una política pública eficiente y con resultados, atraer la inversión privada y el desarrollo de las capacidades humanas.

La importación de combustibles es el dolor de cabeza del país de los aimaras y no tiene solución de corto plazo. Tiene que importar el diésel y las gasolinas por distintas vías de Chile, Perú, Argentina y Brasil. Así tenemos que, en el 2024, por la vía Arica, vía Iquique, vía Pocitos – Yacuiba, vía Puerto Suárez, vía La Quiaca – Villazón y la vía Antofagasta. En el caso del Perú, la vía del Desaguadero solo ingresa diésel por un importe de 503 millones de dólares, ocupando el segundo lugar como país y vía de ingreso de este combustible a Bolivia. Claro está que son dos puertos los que lo facilitan: el puerto de Matarani y el puerto de Ilo.

Y es nuestro interés que el país hermano supere su crisis, porque también nos puede afectar. Lo menos que podemos hacer, ahora, es mejorar nuestras carreteras para que sean competitivas y ser referente del comercio exterior con el país plurinacional. Algunos afirmarán:

¿Y qué ganamos con ver pasar el combustible si todo es de ellos… tanques, choferes y hasta la comida se la traen?

Siempre hay un efecto multiplicador en servicios, peajes, impuestos, y nuestros puertos son tops, no solo de boyas, también de contenedores, carga sólida y atrayente polo portuario. Ilo y Mollendo se parecen en la modalidad de lo que exportan e importan. Incluso es una atracción turística ver acoderado en sus playas grandes embarcaciones de transporte de combustible, en nuestro caso, de diésel que no solo va a Bolivia, sino a todo el sur del Perú.

Recordemos que, a pesar de frustraciones, seguimos pretendiendo ser, para el país más mediterráneo de Sudamérica, una puerta en el Pacífico para su comercio exterior.

Análisis & Opinión