POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ
Si bien es cierto que, en las últimas décadas, como consecuencia directa de la investigación especializada y los avances tecnológicos, se ha avanzado bastante en todo lo relacionado a los riesgos asociados a la posible construcción de una Planta de Tratamiento y Relleno de Seguridad en el departamento de Moquegua, en un área de 400 hectáreas a 25 kilómetros de la ciudad capital, esto ha generado preocupación en cuanto a la salud y el bienestar de muchos moqueguanos.
En primer lugar, se teme que la presencia de desechos en descomposición pueda generar olores desagradables que afecten la calidad de vida de quienes viven en las proximidades. Además, la presencia de fauna nociva, como ratas o insectos, podría ser un problema adicional.
Otro aspecto relevante a considerar es la posible contaminación del suelo y del agua subterránea. Si los residuos no son gestionados de manera adecuada, podrían filtrarse sustancias tóxicas que pongan en riesgo la salud de la población y del ecosistema cercano.
Además, existe la posibilidad de que se produzcan accidentes o incidentes. Incendios, fugas de sustancias peligrosas o colapsos estructurales son escenarios que deben ser tomados en cuenta y prevenidos. Es importante recordar que la historia de Moquegua, como lo señala un preclaro historiador, se caracteriza por sufrir serios cambios producto de los fuertes movimientos sísmicos que ha experimentado a través del tiempo. Actualmente, expertos están pronosticando un gran sismo debido al silencio sísmico en la región.
En conclusión, la construcción de una planta de tratamiento y relleno de seguridad puede traer algunos beneficios en términos de gestión de residuos, pero también conlleva riesgos potenciales para la comunidad.
Aquí cabría hacer algunas preguntas: ¿Por qué la empresa Tower and Tower S.A. no ha sido más proactiva en la difusión de mayor información respecto al proyecto, que contempla esencialmente como objetivo contribuir a la gestión integral de los residuos sólidos del ámbito no municipal (peligrosos y no peligrosos), cubriendo las necesidades de las empresas privadas y públicas que se ubican en la región sur del país? ¿Tendrá que ver o tendrá relación con la actual preparación por el Grupo Buenaventura de la explotación de la mina de oro de Canteras del Hallazgo, que, quiérase o no, utilizará mercurio en el proceso? ¿Y de no ser así, por qué no se limitan a ampliar las plantas que tienen en Lurín?
Y, por último, una pregunta y una observación clave: ¿qué ganan los habitantes de Moquegua con su construcción? ¿Qué gana en sí el departamento? ¿Hay algún mérito o “ganancias” para nuestras autoridades a todo nivel por aspirar a convertir nuestra región en una especie de basurero?
En dicha problemática cabe también destacar el autismo de la plana mayor y profesorado de la Universidad Nacional de Moquegua, la cual debe y tiene que jugar un papel fundamental en la sociedad, no solo como institución educativa, sino también como un importante actor en la investigación y protección de la salud pública. En un momento en el que la sociedad se enfrenta a desafíos cada vez más complejos en materia de salud, la universidad tiene la responsabilidad de no ser un mero espectador, sino de ser un agente activo en la búsqueda de soluciones.
La investigación en salud pública es una de las áreas en las que la universidad puede marcar la diferencia a través de la generación de conocimiento científico que contribuya a la prevención y control de enfermedades, así como a la promoción de estilos de vida saludables. Además, la universidad puede establecer alianzas con instituciones públicas y privadas para ampliar el impacto de su trabajo en la comunidad. Debería, por ejemplo, hacer realidad, alcanzando su aporte económico, el proyecto que, mediante convenio entre Pasto Grande, una universidad de Canadá y la UNAM busca solucionar la contaminación hídrica.
En resumen, la universidad no puede ser un convidado de piedra en los debates sobre salud pública, sino que debe asumir un rol activo y propositivo, dejando oír su voz y opiniones en la búsqueda de soluciones a los problemas que afectan a la sociedad en este ámbito. La investigación y la protección de la salud pública deben ser una prioridad en la agenda de la universidad, que debe asumir su responsabilidad social y trabajar en colaboración con otros actores para mejorar la calidad de vida de la población.
Y para finalizar, un aplauso y reconocimiento a esos pocos, pero valiosos líderes que sacrifican su tiempo en procura de que la gran mayoría de sus autoridades y los moqueguanos dejen la desidia y protesten a viva voz por un proyecto que nos querían imponer en silencio y entre gallos y medianoche.